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El desgarro del exilio

    CUENTA El Confidencial que la Casa del Rey y Moncloa barajan la idea de marcar tanta distancia entre el rey Felipe y su padre, que pueden acordar que por el bien de la Corona y del monarca, D. Juan Carlos se vaya a vivir fuera de España. En el exilio, como sus padres, o como sus abuelos.

    Él mismo conoció las penurias emocionales y económicas que eso significa, pues vivió en el exilio, en Estoril, hasta que cumplió los diez años y en una reunión entre Franco y D. Juan, decidieron que el príncipe debía estudiar en España.

    Efectivamente hay conversaciones entre Zarzuela y Moncloa sobre cómo plantear el futuro del rey Juan Carlos tras el escándalo desvelado por Corinna Larsen sobre el dinero que recibió hace años del entonces rey saudí; cien millones de dólares, un regalo que D. Juan Carlos debió declarar al fisco.

    No solo no lo hizo sino que lo ocultó en un paraíso fiscal y posteriormen-te lo dono, o regaló, a la que entonces era su amante. Hoy amante despechada. Dinero, hay que insistir en ello, que no procedía de las comisiones del AVE, como decía la falsa princesa.

    El rey Juan Carlos no tiene la menor intención de vivir fuera de España, se sintió verdaderamente molesto semanas atrás cuando se rumoreó que pensaba instalarse en
    República Dominicana, país al que viaja con frecuencia pues cuenta
    con muy buenos amigos, entre ellos sus anfitrio-nes en Casa de Campo de La Romana, los Fanjul.

    No tiene la menor intención de vivir fuera
    de España pero se encuentra desolado por la situación en la que está colocando a la Corona y
    a su hijo, por el que tie-ne una admiración total a pesar del distanciamiento actual.

    Y si el rey Felipe le pide que se marche por el bien de la Institución, D. Juan Carlos lo haría siempre que se haga de una manera que no suponga una humillación; una situación patética para un hombre que a pesar de que ha cometido actos que pueden ser delictivos, y que en cualquier caso dañan a su imagen y a la Monarquía, ha sido un rey que ha demostrado determinación, arrojo e incuestionable sentido de Estado para poner en marcha lo que se llamó Transición.

    Los errores se pagan, más aún cuando son errores que tratan de burlar las leyes, pero la forma en la que se ha expresado Pedro Sánchez es absolutamente reprobable: se puede criticar a cualquier personaje público, cualquiera, sin necesidad de escarnio.

    Daba la impresión de que el presidente dejaba salir al exterior su visceral republicanismo y, también, pretendía echar un cable a su socio Iglesias, más antimonárquico que él mismo, y hoy cuestionado por el caso Dina, en el que ha aparecido la peor cara del vicepresidente.

    Toca esperar, pero que nadie dude que D. Juan Carlos hará lo que pida su hijo, aunque le desgarre la idea de irse de España.

    09 jul 2020 / 23:04
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