El frente está en Madrid
EL frente está en Madrid como en otoño de 1936. Reaparece pues como comedia nuestra antigua tragedia en aquella Europa sobre la que se proyectaba la tenebrosa sombra asesina de Berlín y Roma y la alargada mano criminal de Stalin, una atroz sinfonía del terror, eine Symphonie des Grauens, había subtitulado Murnau su Nosferatu (1922), presentimiento del horror en los despreocupados días que siguieron a Versalles. La sombra siniestra del vampiro se trasladaba al corazón de Europa desde Transilvania en su cine premonitorio, y en la Mitteleuropa resucitaría en los bárbaros que se alimentaron con sangre de millones. Nuestra guerra civil reflejó todos los errores y horrores de la época.
La política se centra en las elecciones madrileñas que adquieren una relevancia que no corresponde a la magnitud de nuestros problemas, pero con Sánchez e Iglesias la política más que en los asuntos se centra en menudencias, frases, cosas de partidos, una distracción de acuerdos necesarios en cuestiones centrales. Pero por ello mismo la batalla de Madrid tiene importancia y allí se traslada la artillería: Edmundo Bal, por Cs, en lo que parece digno esfuerzo por morir de pie.
La salida de Iglesias del Gobierno pareció voluntaria para reanimar Podemos pero quizá fuese iniciativa de Sánchez para mejorar la imagen del Gobierno. Salida pactada y magníficamente pagada del revolucionario. Se trata, dice, “de impedir que la ultraderecha racista, machista y homófoba vuelva a hacerse con el poder.” Caricatura para evitar un programa. El discurso “los míos contra los tuyos” es populista, simplista y antipolítico.
Si Iglesias está ante Madrid en el papel de los generales Varela y Orgaz en 1936, Ayuso está en la resistencia del general comunista Miaja, vaya por Dios. Supe de ella por vez primera en un debate de la Asamblea de Madrid, donde era portavoz. Por su rouge de labios y noir intenso alrededor de los ojos, parecía Lucienne Boyer y pensé que esta mujer joven y agraciada podía haber sido miss España 1935.
El tiempo reveló que no era ese eslabón débil del PP que sus adversarios creyeron, y se sirve del estilo mismo del enemigo con desenvoltura y desparpajo, como si participase con mantón de Manila en La Verbena de la Paloma. El CIS pronostica empate, pero el instituto público de opinión no es muy fiable y crea la impresión de encuestar para que el resultado contribuya a objetivos predeterminados según coyunturas.