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El gran nivelador

    LA historia es bien conocida por todos, a mediados del mes de marzo de 2020 nuestra vida cambió por completo por culpa de la covid. Uno de los sectores más afectados por la pandemia ha sido el de la educación. Una última evaluación del curso 2019/2020 que se tuvo que reorganizar sobre la marcha para ser impartida de manera online, y los cursos 2020/2021 y 2021/2022 que recuperaron la presencialidad, combinada con cuarentenas y amenazas de nuevos cierres.

    Los problemas derivados de esta situación sobre los protagonistas de la enseñanza, es decir, los niños, no han sido menores. Debemos pensar que no todas las familias disponen de la misma capacidad para acceder a las herramientas tecnológicas que permiten atender a las clases telemáticas.

    Pero también existe un aprendizaje de tipo no-cognitivo que se produce con la interacción social entre los chavales, algo que se ha perdido. Igualmente, en este último punto pueden aflorar desigualdades entre los hogares, ya que en algunos casos los padres pueden sustituir parcialmente estas relaciones si, por ejemplo, han podido trabajar desde casa o porque han sido capaces de realizar un mayor esfuerzo por implicarse en todos los aspectos de la educación de sus hijos durante estos últimos dos años.

    Dado que el aprendizaje se acumula en el tiempo, las consecuencias de la pandemia tienen y tendrán un impacto duradero sobre el nivel educativo y el futuro de las generaciones de los más jóvenes. Pero ¿cuáles son esos efectos? Justamente esta es la pregunta que tratan de responder en un reciente trabajo publicado en el Journal of Public Economics los economistas Francesco Agostinelli, Matthias Doepke, Giuseppe Sorrenti y Fabrizio Zilibotti.

    Los autores encuentran resultados muy reveladores. Por un lado, en las familias que residen en barrios con mayor nivel de renta, el efecto del cierre de las escuelas se compensa por la mayor inversión que pueden hacer los padres en la educación de sus hijos y por la mejora en las relaciones entre sus pares. Existe una mayor segregación por barrios que por escuelas, ya que en estas últimas los niños más desaventajados pueden interactuar con otros con un soporte familiar más fuerte, por lo que los colegios actúan como un nivelador social que durante la pandemia no existió.

    En cambio, los niños que viven en barrios más pobres las pérdidas en sus habilidades fueron de entre 0,4 y 0,6 desviaciones estándar. Lo que equivaldría a pasar de un notable bajo a un suficiente en la mitad de las asignaturas.

    Una vez que se recupera la presencialidad, los efectos son compensados, pero solo parcialmente. Al finalizar el instituto, el déficit de capital humano sigue siendo del 12%, y golpea con más intensidad a los más desfavorecidos (30% de déficit). Las escuelas son un gran nivelador social que no nos podemos permitir que vuelvan a cerrar.

    16 ene 2022 / 01:00
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