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‘El juego del calamar’ a debate

    ALGO tendrá la serie surcoreana El juego del calamar para que esté en boca de todos. Se trata de un producto audiovisual y artístico con una estética notable. Tiene también un fuerte componente de crítica social, e incluso una proyección política que un adulto puede y debe identificar, y sobre la que ha de reflexionarse con espíritu crítico. Eso sí, si se opta por ver la cinta. Aunque parece que todo el mundo tiene algo que decir sobre ella.

    Y es que El juego del calamar (Squid Game) acopia, sobre todo, contenidos violentos, tanto que no están justificados ni desde una crítica a la sociedad actual y a los peligros del capitalismo, ni a ningún régimen político, por mucho que a algunos se les llene la boca con esas premisas. El componente criminal y sanguinario la convierte en no apta para menores de dieciséis años. Yo subiría todavía más el corte de edad. Pero eso siempre depende de la madurez del espectador, y de su capacidad crítica y de discernimiento; algo que no está garantizado a ninguna edad.

    En todo caso, no es un producto para menores; y ahí surgió el problema. Su popularidad trascendió la plataforma Netflix que la proyecta, y llegó a YouTube, TikTok y Twitch. De ahí pasó a los patios de los colegios. Llegados a este punto, la tarea de padres y madres no parece fácil, ni tampoco la de los educadores, pues no es suficiente prohibir a los pequeños el visionado del producto. Además, hoy día resulta imposible mantener a nuestros hijos e hijas aislados de cuanta polémica nos disguste, o de aquello que consideremos inapropiado para menores de edad.

    Es difícil, por no decir imposible, retenerlos en la burbuja de inocencia, bondad, felicidad y solidaridad que ciertamente merecen, y en la que nos gustaría que se mantuviesen toda la vida. Pero el entorno, los videojuegos y el deterioro psicológico tras la pandemia no nos lo pondrán fácil.

    La única alternativa, por tanto, es la intervención; es decir, hablar con ellos, de todo, también de que existe una serie como El juego del calamar, y explicarles por qué no queremos que la vean, e incluso aconsejarles que no presten atención a las imágenes y comentarios que les lleguen sobre la misma. Más importante aún es revelarles el porqué; compartir sin tapujos nuestro criterio con ellos, tanto si uno la ha visto para poder opinar, como si ha optado por no hacerlo para evitar presenciar escenas angustiosas y mortíferas.

    Pero, sobre todo, no debemos eludir referirnos al hecho de que la desesperación, el sufrimiento, los abusos y la violencia que la serie escenifica, desgraciadamente existen en el mundo, pero, afortunadamente, en menor medida, y nunca de forma generalizada. En nuestras manos está ser capaces de evitar que lo que proyecta la serie invada nuestra cotidianeidad.

    23 oct 2021 / 01:00
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