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El regreso

    NO se ha hecho bien. Nadie lo ha hecho bien, ni el Rey Felipe, ni el Rey Juan Carlos ni el gobierno. Por exceso de prudencia, por indignación por lo que considera mal trato recibido, por temor a contrariar al gobierno, por animadversión hacia la Corona , y por infinitas razones más o menos justificadas. Pero la conclusión final es que el regreso del Rey Juan Carlos no ha estado a la altura.

    Don Juan Carlos debería haber regresado de otra manera. No con honores militares, no le corresponden porque ya no es jefe de Estado y además algunos episodios de su vida no lo merecen; pero también acumula méritos para ser recordados en estos tiempos de confusión y ataques a su persona. Y no se pueden borrar a pesar de su casi dos años de destierro. Destierro, pues ni se fue voluntariamente ni se le permitió volver cuando quiso hacerlo.

    Ha regresado casi por la puerta de atrás. No por elegir Sanxenxo como primer destino, villa hermosa que ha adoptado a Don Juan Carlos cuando otras ciudades y personalidades se ponían de perfil ante su presencia. Pero si no debía llegar por la puerta grande por episodios poco ejemplares aunque no tiene cuentas pendientes con la Justicia, sí al menos debió llegar a España con más apoyos. Institucionales y personales. Don Juan Carlos tendría que haber acordado su regreso con el Rey Felipe y su Casa, y acordar también que su primer encuentro fuera con D. Felipe. Es el Jefe del Estado y es su hijo.

    Ha sido significativo el papel del gobierno, enredador desde el primer momento, aunque hipócritamente repetía que todo lo concerniente a la situación de D. Juan Carlos dependía de la Casa Real. Si fuera así, la entonces vicepresidenta Calvo no habría indicado al Jefe de la Casa del Rey que el gobierno creía necesario que Don Juan Carlos abandonara España, no habría puesto dificultades en cada ocasión que quiso regresar, incluso cuando la Justicia había finalizado su trabajo y, desde luego, no habría permitido bajo ningún concepto que miembros del gobierno se hayan dedicado a insultar, menospreciar y ultrajar al Rey Juan Carlos de forma innoble y probablemente delictiva. El silencio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ante las arremetidas de Podemos, partido con el que gobierna, es atronador.

    Atronador por lo que significa de falta de altura para defender a un ex Jefe de Estado. A quien exige presunción de inocencia para dirigentes del socialismo envueltos en asuntos muy turbios, se le debe exigir también que considere presuntamente inocente a un ex Jefe de Estado al que se está investigando más que a cualquier otro español. Don Juan Carlos no siempre tuvo un comportamiento ejemplar, pero según la Justicia española y suiza no ha cometido delito.

    El lunes próximo se reúne en Zarzuela con el Rey Felipe. Ojalá sirva el encuentro para decirse todo lo que deben decirse y se inicie el necesario acercamiento y la normalidad. Sin interferencias envenenadas.

    20 may 2022 / 01:00
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