El regreso de los universitarios

CON motivo del comienzo del curso académico, los universitarios han vuelto a llenar las calles de ciudades como Santiago, Salamanca, o Alcalá de Henares. Las urbes españolas se alegran con su presencia, porque dan vida a los campus, contribuyen a la economía de las ciudades, y son la razón de ser de sus universidades.

Se disponen a dedicar otro año a su formación, y a vivir un nuevo período en el que poner a prueba las ventajas, los inconvenientes e incluso los límites de la libertad que deberán disfrutar con responsabilidad.

Como siempre, en Santiago de Compostela les damos la bienvenida, y les deseamos suerte y un provechoso curso académico; pero también les pedimos que más que nunca ejerzan su mayoría de edad con compromiso y liderazgo.

Sabemos que lo que se espera de ellos es casi antinatural, impropio de su juventud, porque les rogamos que mantengan las distancias, que escondan sus jóvenes rostros bajo mascarillas, que eviten reuniones multitudinarias, y que renuncien a fiestas; es decir, a parte de sus derechos.

Pero habrán de considerar que todos estamos renunciando a mucho de lo que nos corresponde. Los ancianos aislados renuncian al calor de sus familias, y los menores se han quedado sin sus actividades favoritas. A otros hasta se les niega su legítimo derecho a un trabajo y un salario dignos.

Es bueno que nuestros universitarios no olviden que todos estamos renunciando a algunos de nuestros derechos. Deben recordar que peor fue la experiencia vivida durante el confinamiento: una situación que debemos evitar repetir a toda costa.

En gran medida está en nuestras manos conseguir-lo, y sobre todo en las su-
yas. Si en aquellas circunstancias conseguimos salir adelante, ahora deberíamos poder hacerlo de nuevo.
Porque luchamos para lograrlo, y la mayoría del profesorado y de los estudiantes fueron capaces de sacar el curso con éxito y seriedad, salvo raras excepciones en ambos colectivos.

Estos días leemos en la prensa que algunos universitarios están a disgusto al tener que combinar docencia presencial y telemática, que la policía desaloja fiestas en pisos, y que hay quejas vecinales por reuniones en plazas y parques.

Lo que se les pide en medio de esta crisis es mucho más que quejas, lamentos, manifestaciones, o rebeliones; les pedimos liderazgo y contribuir a revertir la situación sanitaria.

Se decía antes de la pandemia que los jóvenes estaban siendo los verdaderos líderes en la lucha por la conservación del medioambiente, a favor de la igualdad, y en pro de los derechos de las minorías. Pues ahora tienen en sus manos una causa incluso más urgente para demostrar si realmente estamos hablando de una generación comprometida.

Nuestros jóvenes en ge-neral, y los universitarios
en particular, pueden y deben capitanear hoy día la
lucha contra la pandemia, utilizando las redes socia-
les y los múltiples medios técnicos y logísticos a su alcance para ejercer su influencia y liderazgo.