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El Rey Juan Carlos

    Quiero empezar este artículo diciendo que ya sé que voy a recibir “palos” por todos los lados y la verdad es que no tengo la obligación de escribirlo, excepto la que me dicta mi conciencia. Llevo mucho tiempo, desde que empezaron a salir a la luz los líos de los elefantes, Corina, las comisiones, las tarjetas opacas, el dinero en el extranjero... intentando como español, como ciudadano, como hombre, como persona, tratar de ponerme de acuerdo conmigo mismo sobre mi opinión del Rey Juan Carlos.

    Y debo decir que no he tenido mucho éxito, ya que mis opiniones, sentimientos y emociones al respecto, como así me han confesado otras personas que les sucede, se mueven al vaivén de la mayor o menor presión mediática y de mis propias circunstancias personales, que al modificar mi estado de ánimo, modifican también todo lo externo al yo, como es en este caso todo lo referente al Rey Juan Carlos.

    Quiero explicar también que me he decidido a dar mi opinión finalmente, porque me avergonzaría más mi falta de valentía de hablar de algo que es 100% actualidad que mi miedo a ser criticado, así que allá voy:

    Creo que es evidente para todos que vivimos en un sistema tan imperfecto, que como atestiguarían miles de personas, jueces, fiscales y abogados, víctimas y verdugos, la ley, la justicia y la injusticia, la ética y su falta, la honestidad y la deshonestidad, la bondad o la maldad, la razón o la sinrazón, la inocencia o la culpa, la coherencia o la hipocresía... están intrínsecamente imbricadas en lo más profundo de nuestra conciencia, o en la falta de ella, por eso yo no voy a entrar a valorar si el Rey Juan Carlos ha cometido o no algún delito tipificado en nuestro, y repito nuestro, ordenamiento jurídico actual, y repito actual.

    Esto lo dirimirán los jueces si en algún momento deben hacerlo. Jueces por cierto, que tratan de aplicar unas leyes, que tienen unas posibilidades interpretativas y de subjetividad enormes en función de sus pensamientos, emociones, vivencias, querencias, ideologías, y en los propios fallos de los legisladores al escribirlas y la complejidad de ser lo más “justos” posibles. Así que yo no voy a opinar sobre la legalidad o no de algunos hechos, tanto si nunca es encausado, como si lo fuese y saliese inocente o culpable de algo.

    Por otro lado la sociedad, a la que todos pertenecemos, comete una y otra vez el error de enjuiciar legal, intelectual, ética y moralmente cualquier conducta realizada en el pasado, con los parámetros legales, intelectuales, éticos y morales actuales, lo que provoca un choque entre el hecho en sí y la gravedad o liviandad que le otorgamos al mismo.

    Todos convendremos por ejemplo que robar, amenazar, insultar, humillar, como concepto son acciones reprobables en todas las épocas, pero también es evidente que cuando le metemos diferentes contextos a esas acciones, ya no nos parecen iguales ni nos merecen el mismo desprecio, rechazo, repulsa o indignación. Solo pondré un ejemplo: Robar a un banco, robar a un rico, robar a un pobre, robar a un niño, robar para droga, robar para comer, robar a un anciano, robar a un buen empresario, robar a un delincuente. ¿Verdad que siendo el mismo hecho, no sentimos lo mismo en todos los supuestos del ejemplo?

    Quiero expresar con esto que estoy completamente seguro de que no ha habido por parte del Rey Juan Carlos ninguna mala fe en muchas de sus actuaciones relacionadas con la obtención y manejo del dinero que haya podido ir recibiendo a lo largo de los años, por su mediación e intermediación en operaciones económicas, que sin duda han traído miles de millones de pesetas/euros a las arcas del Estado en forma de contratos para muchas empresas españolas, y que sin su intervención JAMÁS hubiéramos obtenido. Estas operaciones han traído riqueza, trabajo, salarios para muchas de las personas que hoy en día, por ignorancia unas veces, por hipocresía otras, por maldad incluso, u honestamente convencidos, se atreven a criticarle.

    Y además no tengo ninguna duda de que esas cantidades de dinero que el Rey Juan Carlos haya podido obtener, jamás han sido tampoco una merma para lo que nuestras empresas debían percibir como compensación a su trabajo. Así que ¿de qué estamos hablando? Cuando se habla de los impuestos que esas retribuciones del Rey Juan Carlos deberían haber generado, no nos damos cuenta de verdad, que son cantidades ridículas si las comparásemos con todo el dinero que se tira a la basura por TODAS las Administraciones muchas veces en cosas absurdas e innecesarias y por eso no pretendemos criminalizar a Presidentes, Ministros, Diputados, Alcaldes, Concejales y servidores públicos en general.

    Acaso nosotros, ciudadanos de a pie, en el nivel económico en el que nos movemos cada uno, nunca hemos comprado o vendido sin factura, no hemos tratado por nosotros mismos, o bien o mal aconsejados y asesorados por otros de ocultar patrimonio, o pagar menos impuestos con argucias legales que la imperfección del sistema también permite, aunque si lo analizásemos en puridad es un hecho poco ético o moral?. Es ético acaso donar en vida para no pagar impuesto de sucesiones aunque sea legal? Cuanto ejemplos queremos? Porque hay cientos! Qué porcentaje del PIB representa la economía sumergida? Todos somos criminales entonces?.

    He tratado de preguntarme a mi mismo de verdad, sobre qué hubiera hecho yo en la posición del Rey Juan Carlos, en la época, el contexto, en los que él llegó, y en los que se forjó un modus operandi, que no solo era aceptado sino promovido por el Sistema. No seamos hipócritas, ni falsos, ni mentirosos con nosotros mismos y hagamos un acto de conciencia sobre lo que nosotros hubiéramos hecho.

    Yo no tengo una respuesta clara sobre mi mismo. Honestamente no la tengo. Hoy me parecen SIN DUDA, nos parecen intolerables, inaceptables, conductas y situaciones que en otras épocas, realizadas por las personas de aquel entonces eran “normales”. Mi abuela le ponía la comida en la mesa a mi abuelo y luego retiraba los platos y los fregaba, y os prometo que mi abuelo Joaquín era un ser humano maravilloso en todos los sentidos, también hacia mi abuela. Hoy los hombres nos movemos con normalidad por las cocinas, y ponemos y quitamos mesas y fregamos cacharros.

    Alguien cree de verdad que yo soy mejor persona que mi abuelo? Os prometo que estoy muy lejos de sus cualidades humanas e intelectuales. Ojalá se entienda lo que quiero decir. Hoy, el Rey Juan Carlos, si volviera a empezar a reinar, con los parámetros y el contexto actuales no actuaría en algunas cosas como lo hizo, estoy seguro!

    Creo que los españoles, y lo digo de verdad, tenemos una gran deuda y le debemos un eterno agradecimiento a Don Juan Carlos, por lo que ha hecho por España desde que era un niño, en que tuvo que aceptar su papel en el devenir de la Historia, una historia que le vino impuesta y por la que sin duda tuvo que hacer muchos sacrificios.

    Yo comprendo que el Rey Juan Carlos, hoy esté confundido y no entienda cómo ni por qué los españoles estamos actuando así con él, porque aunque convengamos que ha hecho algunas cosas mal, los platillos de la balanza del debe y del haber están muy desequilibrados en favor del haber, que casi toca el cielo en cuanto a lo que le ha dado a España, a diferencia del debe que está a unos pocos milímetros del suelo, donde a todos nos gustaría que estuviese.

    En cuanto a su vida personal, nada que decir, nada que juzgar. Quién soy yo, quién es nadie para juzgar a otro? Me da mucha vergüenza que no hayamos evolucionado lo suficiente como para entender que del mismo modo que queremos que respeten nuestra vida personal, no hagamos lo mismo con la de los demás, sean quienes sean! Todos tenemos derecho a la intimidad, incluso la ley lo dice, pero claro esa ley SI nos da igual, verdad? Hasta que nos toca a nosotros. No seamos miserables ni hipócritas.

    Y por último y para terminar este artículo, que necesitaría un periódico entero para explicar todo lo que me gustaría decir, con el fin de minimizar el número y la intensidad de los ataques que voy a recibir, quiero pediros que pensemos sobre todo lo que hacemos mal en nuestras vidas y que reprobamos en otros sin ningún pudor, pero de lo que nadie nos pide cuentas porque no estamos sometidos 24 horas al día al escrutinio público.

    Dicen los indios Cheyenes que nunca deberíamos juzgar a nadie sin calzar durante tres lunas sus mocasines...

    El Rey Juan Carlos tiene derecho a vivir los años que le queden con la paz y el reconocimiento que se merece, que es directamente proporcional por cierto, a los ataques de los independentistas. Y se merece también que le permitamos vivir con el calor y el afecto de su familia y sus amigos. Pensemos que fuera nuestro padre, veréis que rápido lo entendemos.

    Un abrazo Majestad y gracias por lo hecho por España!

    22 may 2022 / 01:00
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