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El sembrado

    EN 2010 puede leer un libro de una pequeña editorial, llamada Barracuda, cuya idea de fondo me impactó. Se titula El sembrador. En él su autor, el neoyorkino Kemble Scott, nos formula una pregunta: “¿Qué pasaría si el virus del SIDA se eliminara por medio de otro virus que se contagiara por sus mismas vías? ¿Qué pasaría si un virus experimental fuera la cura para todas las enfermedades causadas por virus? ¿Sería ético contagiar a un porcentaje de la población para que actuaran como “sembradores” de esa vacuna universal? Hace doce años, no tenía duda alguna de cuáles debían ser las respuestas a todas esas preguntas. Pero ahora, tras una pandemia como la que estamos viviendo, entiendo mucho más algunas de las dudas planteadas subliminalmente por Scott.

    No me negarán que, en los últimos dos años, ustedes y yo hemos visto de casi todo. Y voy a ser políticamente incorrecto, por más que, a más uno, le cueste leerlo. Hemos visto negar la existencia del virus. Calificarlo de gripe mientras las morgues se llenaban de muertos. Desaconsejar el uso de las mascarillas. Llamar alarmistas a quienes mostraban la realidad que venía. Saltarse los confinamientos. Negarse a hacer pruebas diagnósticas para evitar aislarse. Señalar con el dedo a los demás y tratar de ocultar los positivos propios. Enviar a los niños al colegio a sabiendas de que estaban contagiados. Negativos en antígenos conquistados en “tiempo record”. Olvidar las recomendaciones cuando no aparejaban sanciones. Y podría seguir hasta el infinito... La pregunta es: ¿Es la pandemia la que no nos deja o somos nosotros los que nos empeñamos en que no se vaya?

    Escuché a César Carballo mucho antes de que se hiciera popular y me cautivó. Hay personas con las que te conectas sin saber muy bien porqué. Seguramente por tener pensamientos afines. Por ello, cuando el otro día leí uno de sus tuits, no podía estar más de acuerdo: “Hoy he pedido tres pruebas a jóvenes que venían a urgencias por tos, mocos y fiebre. Al preguntarles si se habían hecho un test de antígenos, me miraron con cara extraña. NO APRENDEMOS. Somos una sociedad que sólo piensa en “que hay de lo mío” y poco, o nada, en los demás”.

    Por eso, en 2022, vuelvo a Scott y me pregunto: De existir, ¿tendríamos voluntarios para sembrar el mundo con una cura? Para ser curados, estoy casi seguro. Pero, ¿y al revés? De lo que no me cabe duda es que sobrarían dedos acusadores para señalarlo todo sin saber.

    09 may 2022 / 01:00
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