Elecciones de Castilla y León
EL resultado de las recientes elecciones celebradas en la Comunidad Autónoma de Castilla y León han puesto de manifiesto un ligero incremento en el porcentaje de voto a favor del Partido Popular, un retroceso bastante apreciable del Partido Socialista, un muy llamativo ascenso de Vox y, junto a todo ello, la aparición de representaciones parlamentarias nuevas que, si bien pequeñas, al modo de la ya existente Teruel Existe, vienen a denunciar el cansancio ciudadano respecto a los partidos políticos tradicionales.
Evidentemente, no se puede hablar de un propio y decisivo triunfo electoral por parte de los partidos mayoritarios –PP y PSOE–, pues el más votado de ambos se queda, nada menos que a diez escaños de la mayoría absoluta.
Es pronto, todavía, para pronosticar cual va a ser la composición del nuevo Gobierno autonómico castellano-leonés y puede que, incluso, no llegue a ser descartable un nuevo proceso electoral en función del resultado obtenido en el celebrado el pasado día 13 de febrero. Pero, en cualquier caso, los ciudadanos de Castilla y León han venido a protagonizar la expresión de un sentimiento, que se advierte muy generalizado ya, de cansancio y descontento respecto a formas de hacer política que resultan muy poco convincentes y que tienen decepcionada a la población en general.
La acción política en nuestro país se halla requerida de un proceso revitalizador que produzca interés y entusiasmo en los ciudadanos y es evidente que, de un tiempo a esta parte, eso no se logra conseguir, por lo que habrán de ser los actuales dirigentes de los principales partidos políticos quienes reflexionen seriamente sobre su propia aptitud y tácticas de dirección utilizadas para captar el interés ciudadano, proveyendo a los cambios que se revelen precisos.
La política española del momento actual, se quiera o no admitir, adolece, a nivel nacional cuando menos, de falta de estímulos que la hagan atractiva, rigurosa y segura y esto es algo que, si bien la ciudadanía ya lo expresa en resultados como el obtenido ahora en Castilla y León, conviene que lo asimile la propia clase dirigente actual, a fin de cambiar el rumbo, si son capaces de ello, o de dejar a otros que lo hagan.
Esta es la breve reflexión de un ciudadano de a pie.