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LOS REYES DEL MANDO

En la Viena de Freud

    COMO en las últimas semanas me he volcado en las ficciones detectivescas (mayormente clásicas, o en las nuevas versiones, polémicas a veces, de lo mejor de Agatha Christie), no debe extrañar que también me haya aficionado a ‘Vienna Blood’ (Movistar +). El estreno de esta serie en pleno verano no debería menguar en un ápice la atención del espectador, sobre todo de aquellos que estamos curtidos en los misterios y los enigmas nacidos de obras literarias como las de Conan Doyle, a las que sin duda debe mucho. Pero ¿quién no debe algo a Sherlock Holmes y a Watson a estas alturas de nuestra vida como lectores? Sus versiones más modernas, a menudo inferiores al original, siguen por ahí, animando el cotarro, y demostrando que no es necesario ser bien recibido en el canon occidental si lo eres en el canon accidental, aquel que construyen los lectores y espectadores, sin intermediarios. Con todo el respeto a la crítica, naturalmente.

    ‘Viena Blood’ es un producto bien concebido, de alto nivel actoral y magnífica ambientación, pero, como suele pasar con las miradas más o menos clásicas a la novela criminal, muchos lo han catalogado de entretenimiento correcto, sin demasiadas contemplaciones. El mercado no perdona el aire tradicional, se exigen guiones que no puedan entenderse en los primeros capítulos, a ser posible, y hay dos poses inevitables: el aire alternativo o los temas de moda que la moda mediática impone. Todo ello me parece bien si se mantiene el respeto por estos modelos menos laberinticos, que no pretenden otra cosa que ejecutar resortes del policial clásico en un escenario de época brillante. En este caso, la Viena de principios de siglo, con sus complejidades políticas, pero, sobre todo, con el resurgir de la ciencia y de la medicina en todas sus formas, como ya Mary Shelly había dibujado mucho tiempo antes en su ‘Frankenstein’. La evolución de la cirugía, la utilización del electroshock y el auge de las teorías de Freud, que se abrían paso a gran velocidad, no sin mucha polémica, forman parte de esta serie, que bebe de la ebullición científica y médica del momento y de cómo la lucha contra el crimen se beneficiaba de los nuevos adelantos en este terreno. No falta, sin embargo, el choque entre la razón y la magia, entre los escépticos y los seguidos acérrimos de las nuevas teorías.

    Sin duda, ‘Vienna Blood’ está íntimamente ligada a las andanzas de Holmes y Watson: ahí está esa pareja, el médico freudiano Max y el ansioso inspector austriaco Oskar Rheinhardt. Un gran observador frente a un duro investigador. Pero a mí, lejos de desagradarme, ese deliberado parecido me entusiasma. Su creador fue guionista de ‘Sherlock’, así que algo tendrá que ver. Sin embargo, las historias están basadas en las novelas de Tallis, que son historias médicas, pues se trata de un especialista en los trastornos obsesivo-compulsivos. Frank Tallis psicólogo en el King’s College de Londres, escribe estas ficciones (‘The Liebermann Papers’) porque cree que las narraciones coherentes son un síntoma de salud mental. En realidad, es el gusto por volver a aquellas atmósferas en las que la ciencia y el crimen se cruzaban en una ciudad especial como Viena, mientras cambiaba la manera de estudiar el comportamiento humano. Ah: habrá segunda temporada.

    12 sep 2020 / 00:48
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