En Montauban
y ya era hora

ENTRE los nuevos hábitos que la pandemia ha propiciado, seguramente están los de ver televisión de otra manera, más reposada, quizá más exigente, buscando ofertas diferentes. Fue así como me encontré con un puñado de series de corte policíaco, ambientadas en varios territorios de Francia, incluidos los de ultramar. Para mi tengo que son producciones apoyadas por el Gobierno galo o sus administraciones regionales, combinando la puesta en valor del paisaje y la gastronomía, con la profesionalidad de la policía nacional o la gendarmería, sin ocultar del todo sus rencillas tradicionales.

Es el caso que se dejan ver, incluso entretienen y, como un regalo, se revisitan ciudades, se refrescan períodos vitales o, simplemente, uno identifica lugares que nos fueron gratos en algún viaje de vacaciones.

Así me ocurre con el Tarn, en la Occitania, en donde se encuentra Montauban, ciudad de tama-
ño medio, que reverbera al sol con sus ladrillos rosados, su planta geométrica, su orgullo de memo-ria, festoneada con guerras de religión, la de los Cien Años, ocupación inglesa, pestes, hambrunas
y buenas mañas para el comercio, incluido el internacional.

Pues allí, en Montauban, reposan los restos mortales de Manuel Azaña, tumba que no suscitó en los presidentes de la República francesa la voluntad de visitarla, hasta que Macron les redimió de su desairado comportamiento. Ayer mismo tuvo lugar
ese momento retributivo de una deuda democrática, acompañado por Sánchez, presidente español que ya había cumplido
con ese deber patriótico, tiempo atrás.

Macron ha recordado ante Pedro Sánchez la “historia compartida”, antes de entregarse a cosas más prácticas, como la doble nacionalidad reconocida a miles de españoles y franceses, la consabida política antiterrorista o una mayor coordinación en la gestión del espacio Schengen. Pero la crisis sanitaria se coló de improviso en la agenda, de la mano de la ya polémica vacuna AstraZeneca, sacudiendo la rueda de prensa y aguándola un poco.

En cualquier caso, una buena noticia en nuestras relaciones bilaterales esta cumbre –que será seguida por conversaciones entre los gobiernos, vía telemática–, ya que el señor Macron, más allá de algunos gestos, hasta ahora no se había implicado lo suficiente en las relaciones hispano-francesas.