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Entre la recuperación y la inflación

    PROBABLEMENTE, muchos de los que estén leyendo esta columna habrán podido irse unos días de vacaciones. Otros, simplemente, habrán descansado en su hogar. Fuese cual fuese su opción, a buen seguro que ha realizado actividades que desde hace 2 años no podía disfrutar. La suma de esas actividades individuales genera PIB, y es lo que explicará que este año sea más grande que el anterior. La pandemia, al menos en buena parte del mundo occidental, ya está en sus postrimerías, lo que significa que estamos volviendo a la normalidad. Durante estos últimos 24 meses algunos han podido acumular cierto ahorro, y ahora toda esa demanda embalsada está saliendo a la luz.

    Si escucharon a muchos economistas allá por los meses de primavera de 2020, les sonará eso del crecimiento en forma de “V”. No estaba clara su forma, sobre todo por todos esos negocios y familias que no disponían de la capacidad para soportar un parón de la actividad económica, pero, con todo lo demás constante, lo descrito en las anteriores líneas era lo que se preveía. Algunos países recuperarían su riqueza en los primeros trimestres de 2021, otros, al llevar una política económica más errática y una mayor exposición al coronavirus tardarían algunos meses más, pero 2022 estaba marcado en el calendario para ser nuestro año.

    El problema es que la economía depende de muchos factores que no son inmóviles. Principalmente, la conducta y las relaciones humanas. Se podía descontar en cierta medida un aumento de los precios debido a que la demanda a nivel global se iba a recuperar antes que la oferta, ya que la globalización nos hace depender de muchos bienes que se fabrican en países en donde los mercados y las instituciones políticas no son tan ágiles como para poder abastecernos a la misma velocidad de lo que consumimos en un entorno pandémico. Pero lo que no se preveía, al menos a tan corto plazo, era la invasión de Putin.

    Un mal diseño de ciertos sectores estratégicos como es el caso del energético, y sanciones impuestas a Rusia como mecanismo de defensa de nuestros valores, nos han conducido a ver un aumento de los precios nunca visto desde hace décadas. Y es por eso por lo que quizá usted se haya quejado en más de una ocasión durante estos días de lo cara que se ha puesto la vida. Y, a lo mejor, eso le haga replantearse sus gastos más inmediatos a la espera de que las cosas se calmen un poco. La inflación subyacente, la que nos debería preocupar de manera especial, es alta (3,4%), pero al mismo nivel que nuestros vecinos. Pero se puede ver influenciada por el aumento de los precios energéticos. Un clima de confianza y certidumbre política y económica hará que el impacto sobre la recuperación sea mínimo y a partir de verano recorramos el camino contrario.

    El momento es clave: nos encontramos entre la recuperación y una inflación que la amenaza.

    19 abr 2022 / 01:00
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