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Entre Morelia y Compostela

    HACE unos seis años, Manuel Romo de Vivar, a la sazón doctorando en Compostela, proveniente de la Universidad San Nicolás de Hidalgo, en Morelia, Estado mexicano de Michoacán, acompañando a un servidor, intentamos sensibilizar a la autoridad local acerca de un hermanamiento entre las dos ciudades. Acompañados de un ingenuo optimismo, pusimos en alerta al entones alcalde de Morelia, que visitaba Fitur, para que estuviese atento, porque seguramente tendría que trasladarse a Santiago antes de regresar a su país. Nuestro fracaso fue estrepitoso y no merece la pena entrar en detalles.

    Manuel Romo, que también se desempeñaba como asesor del presidente municipal de la considerada cuna ideológica del movimiento de independencia, la antigua Valladolid, hablaba entonces de “complementar proyectos con ópticas diferentes, respetando la identidad de cada una de las ciudades”. No fue posible, pero sigo creyendo que sería magnífico ir hacia esa fraternidad.

    Morelia, patria de Morelos, Patrimonio Cultural de la Humanidad, allí en donde María Zambrano, exiliada, impartía clases en el Colegio de San Nicolás, y en donde, también, fueron acogidos cientos de “niños de la guerra” procedentes de España. Allí obtuvieron educación y orientación pedagógica, protección jurídica, moral y material.

    Son famosos sus festivales de poesía –como el muy conocido de “palabra en el mundo”– o de cine, como el Internacional, considerado uno de los más importantes de Latinoamérica, y también de música. Morelia, con un casco histórico de belleza y armonía espectaculares, una población que supera los 600.000 habitantes, y una economía basada en el turismo y los servicios, pronto celebrará también el Día de muertos, que cobra allí una brillantez llamativa.

    Y que no falte un clérigo muy arriba en el escalafón, en este caso por una circunstancia singular. El dominico Antonio de Monroy, natural de Querétaro, fue obispo de Michoacán a finales del siglo XVII y llegaría a arzobispo de Compostela. Realmente, los caminos del señor son los que son. En Santiago permaneció 30 años, amando el barroco, fraile mal avenido con el poder real, y hoy descansa en la bella y catedralicia capilla del Pilar.

    Anteayer tuve la ocasión de abrir los actos del LXV aniversario de la creación de la Facultad de Economía Vasco de Quiroga, con sede en Morelia, pronunciando una conferencia bajo la presidencia del rector de la Universidad y del director del centro que, miren ustedes por donde, es el mismo Romo de Vivar. Los astros se han conjurado, tenemos que volver a intentarlo. Santiago y Morelia, entrañable circunstancia. ¡Ándale!

    28 oct 2020 / 00:00
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