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Entre vídeos y fotitos

    ES tremendamente preocupante observar como en las redes sociales no se respeta ni la ética ni el decoro en tiempos COVID. Parece que en Facebook, Instagram o Twitter está incluso bien visto publicar fotografías y vídeos que ponen de manifiesto conductas insanas. Comportamientos nocivos.

    Recuerdo que al principio eran pocos los valientes que subían imágenes pasándolo padre en fiestas ilegales, panorámicas en medio del gentío enmascarado sin protección alguna o travesías extraoficiales a rincones que el cierre perimetral imposibilitaba. En estos momentos, malamente, como diría Rosalía, son más.

    Antes de seguir, tiremos una piedra a su favor. Bueno, más bien en nuestra contra. Si bien es cierto que esta gente podría calificarse de irrespetuosa, me jugaría la mano a que, tras más de un año pandémico, alguna vez, llevada por su instinto animal, casi toda la población ha dejado atrás la limitada moral para hacer algo que realmente estaba prohibido.

    Evidentemente, algunos más que otros. Está claro. Y eso teniendo en cuenta que no es igual de grave juntarse siete en un domicilio cuando el máximo son seis, por poner un ejemplo, que hacer una macro rave en la cual participan unas 25 personas. Un poco como pasó en Bruselas el pasado diciembre, cuando el protagonista de la misma fue el húngaro Szájer József, fiestero y exeurodiputado. ¿Le habrá llegado la multa?

    Porque esa es otra. ¿Cuántas sanciones acaban transformándose en dinero para las arcas? No lo tengo claro. Parece que algunas se escapan. En la capital española, cúspide nacional del pecado, “menos del 1 % de los madrileños sancionados pagaron la multa por saltarse las restricciones de la COVID”, explicaba Telemadrid en febrero.

    Hace pocos días, El País informaba de que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso había validado el pasado miércoles un contrato de 582.252 euros “para externalizar la tramitación de las denuncias y sanciones por incumplimiento de la normativa sanitaria” contra la epidemia mundial. La especie de cobrador del frac, se justificó por “el volumen de las denuncias recibidas”, afirmaba el Ejecutivo autonómico.

    Así están las cosas amigos. Ciudadanos pagan impuestos para que les cobren sus multas. Y, al mismo tiempo, da la impresión de que quieren más, pues el cachondeo en RRSS no retrocede. Suben las publicaciones, como las actas tramitadas o las vacunas que llegan. Inquieta que la gente no esté cumpliendo, pero enerva que aún por encima presuman.

    Y no por envidia, al menos en mi caso. No me quita el sueño saber que alguien está en una fiesta con 50 personas. Pero sí me lo quita que pueda pasar al día siguiente cerca de algún familiar o amigo. Dios no quiera entonces que ninguno acabe en el hospital, porque ahí sí me juego la mano a que nadie subirá vídeos o fotitos.

    13 abr 2021 / 01:00
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