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Esos ojos de Ayuso

    si todavía no vieron una de las series de más éxito de Netflix en estos momentos, Detrás de sus ojos, pero tienen pensando verla, no sigan leyendo este artículo, pues para escribirlo recurriré a su spoiler. En su final sorprendente y no exento de polémica, por la ruptura de una trama que se antojaba meramente psicológica, se descubre que un personaje hasta entonces secundario adicto a los viajes astrales fue siempre, en realidad, el gran protagonista porque había intercambiado su cuerpo, fuera de escena, con la que se presentaba como la figura principal. Entonces encajaron todas las piezas para comprender el puzle dramático. Algo similar tuvo que ocurrir en Madrid con Miguel Ángel Rodríguez, el ex de Aznar que ahora asesora a Isabel Díaz Ayuso. Siempre se supo que poseía un alma voladora y libre, pero ahora se hace evidente que en una de sus proyecciones astrales atrapó y se quedó a vivir en el cuerpo de la presidenta.

    Sólo de esta manera se explica la profunda transformación de Ayuso, que en poco más de un año pasó de ser la novia semicohibida de un peluquero fiel a desafiar al Gobierno entero de la nación y al líder de su propio partido. Sosteniéndole sin pestañear la mirada a Sánchez y a Casado, con esos ojos saltones que, si uno se fija bien, ya delatan la presencia de MAR en su trastienda. De ahí que, a veces, los gestos corporales de la presidenta no se correspondan armoniosamente con sus expresiones orales, que llegan con algo de retardo, como la imagen y el sonido de algunas retransmisiones televisivas. MAR es más rápido maquinando que elaborando luego el mensaje y el físico de una Ayuso imbuida en el ritmo trepidante que le imprimió su consejero, no siempre le puede esperar. MAR es lento pero parece seguro de lo que hace y, dentro del cuerpo de la chulapa de Chamberí, persigue su propia gloria: ser el primer asesor en llevar a dos presidentes a Moncloa.

    Por eso convocó elecciones anticipadas como el paso previo necesario, dibujando un escenario en el que se abren tres posibilidades. La primera es que Ayuso se salga el 4-M y se marque un Feijóo, firmando una mayoría absoluta que le permitiría ir ya a por un Casado que se convertiría de golpe en un actor secundario en el propio partido que dirige. Es el sueño que ambiciona esta pareja feliz que habita la Real Casa encantada de Correos, pero primero deben emular al mandatario gallego, antiguo presidente de Correos, y sumar el mismo porcentaje de sobres que él en las urnas.

    La segunda opción es que Ayuso necesite a Vox para no descarrilar y la exigencia de esa coalición, momentáneamente salvadora para ella, arrollaría a un Casado que, con la credibilidad de sus giros de guión agotada, se despeñaría por el decorado del Valle de los Caídos que le prepararía Sánchez&Redondo S. A.

    Podría ocurrir, también, que Ayuso hiciese un Susana Díaz, que sacó urnas para ganar peso y cruzar el Rubicón y estas la debilitaron. Entonces, el alma perdida de MAR habría trabajado para Feijóo despejándole de un tiro el camino de Ayusos y Casados.

    Una de estas tres hipótesis pasará de verdad. ¿Cuál? Prepárense para no poder seguir leyendo. La razón no es mi firme deseo de ofrecerles otro spoiler. Simplemente, se me acaban las líneas.

    16 mar 2021 / 01:00
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