Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

Europeos en huelga

    ALGO se mueve en Europa. Un sentimiento de indignación y contestación recorre las calles de los países que siguen llevando la batuta del progreso dentro y fuera de las fronteras de la Unión Europea. Desde Londres a Madrid, pasando por París o Berlín, los ciudadanos europeos han decidido tomar las principales plazas y arterias de pueblos y ciudades para hacer oír su voz y reclamar aquello que consideran justo. Este movimiento de protesta responde, eso sí, a motivos diferentes; incluso debe asentarse en sectores sociales y laborales distintos.

    La huelga del 7 de febrero y de este lunes 13 en Francia en contra de la reforma de las pensiones y del plan para elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años se inició el 19 de enero (al estilo de los ‘chalecos amarillos’ de 2018). En Alemania el personal de aeropuertos y otros sectores reclaman subidas salariales. En Reino Unido el primer ministro Sunak se enfrenta a las demandas de la joya de la Corona: el Servicio Nacional de Salud (NHS), y ve cómo el Real Colegio de Enfermería (RCN) y los operarios de ambulancias convocan manifestaciones y paros. Los acompañan profesores y trabajadores del ferrocarril de toda Inglaterra, donde no se ha llegado a un acuerdo de subida salarial, a diferencia de en Gales y Escocia, cuyos gobiernos autónomos frenan las huelgas con negociaciones. En España son nuestros médicos y enfermeros los que salen a las calles en defensa de la salud pública y en señal de apoyo a las condiciones laborales dignas que demandan pediatras y sanitarios de atención primaria.

    El trasfondo compartido por estas iniciativas del descontento radica en la desconfianza hacia aquellos que nos representan a nivel administrativo, legislativo y gubernamental. Es cierto que la desafección política lleva tiempo anclada en el imaginario colectivo. Y también que todavía no hemos sido capaces ni de superar el varapalo que supuso la crisis económica y financiera de 2008, ni el impacto de la crisis migratoria y humanitaria de 2015, ni el dolor de la crisis sanitaria de 2020, ni el sufrimiento de la crisis bélica resultante de la invasión rusa de Ucrania de 2022.

    No nos hemos recuperado de ninguna de esas crisis, cuyas consecuencias seguiremos sufriendo durante años, décadas quizá. Ahora, la crisis inflacionaria, las dificultades del transporte y los suministros, el aumento de los precios de la energía y los combustibles, la devaluación de los salarios, y la merma del poder adquisitivo de las familias, han reabierto las heridas de una población cada vez menos dispuesta a aceptar la ineficiencia de los políticos y la descoordinación de nuestras administraciones; y más conociendo las secuelas del Brexit, o la discutida gestión de unos Fondos Europeos Next Generation EU que apenas repercuten en el ciudadano de a pie.

    12 feb 2023 / 06:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito