Excepción ibérica permanente
DESDE tiempos inmemoriales, en mi caso desde el franquismo tardío, España es diferente. Resulta obvio que la frase no es original. En la España de Franco, esta característica definitoria de lo español se propagaba con notable éxito entre la población. La ciudadanía era consciente de la virtudes de la democracia, sentía envidia de franceses, alemanes o suecos, pero se nos convenció de que aquí no era posible un régimen político democrático. No se os puede dejar solos, por eso el régimen trató de dejarlo todo atado y bien atado. La excepción ibérica, con el Portugal salazarista acompañándonos, se inventó de aquella. Por eso, diferencia peninsular no es la excepción que también ahora confirma la regla, es la norma de la que Sánchez echa mano.
Desde hace meses el presidente y su Gobierno, o sea, la parte socialista de la coalición, trata de convencer a los líderes europeos de que en materia energética España es diferente. Encontró algunas resistencias porque la Unión Europea se creó para lo contrario, para sumar en vez de dividir, y cuando lo consiguió, convencerles, resulta que el precio de la luz no baja sino que todavía sube más. Algo parecido sucedió con los carburantes. Se bonificó con 20 céntimos el litro hace un par largo de meses y están, aun con la rebaja, por encima del precio previo a la medida.
Siguiendo la traza, queremos -o necesitamos- una nueva excepción, en este caso extendida a todos los países del sur de Europa. Es la excepción mediterránea. Además de Portugal incluye a Italia y Grecia. Sabedor el Gobierno de la poca solvencia del país, en lugar de mejorar la reputación se utiliza la insolvencia como razón para pedir al Banco Central Europeo que siga avalando nuestras deudas. De primeras, se recibieron buenas palabras. Habrá que ver las condiciones, no vaya a ser que como sucede con la electricidad y los carburantes terminemos pagando por el dinero prestado más que nadie y que nunca.
Por los últimos acontecimientos, da la impresión de que Sánchez entró en modo gafe. Todo lo que toca lo destroza. Lo que ningún otro presidente permitió, que otros países cesen a tus ministros de Exteriores, acaba de producirse. Marruecos se cargó a González Laya y Argelia está a punto de dar la puntilla a Albares. Con una excepción, en este caso personal. Algo le sale bien. Reconozcámosle una gran capacidad de resistencia. Tiene la habilidad de pactar con quien sea y lo que sea con tal de seguir adelante. Habilidad o desvergüenza
Una sugerencia al Gobierno: antes de proponer otra excepción ibérica cuente hasta tres. No sea que ir a peor se convierta en ley.
EN el desplome de puentes de la A-6 no somos excepción en Europa. Algo muy parecido sucedió en Italia, va para cuatro años. Allí con peores consecuencias. Hubo decenas de muertos. Aquí, porque Dios no quiso, ninguno de momento. Los tramos que colapsaron estaban a punto de ser reabiertos al tráfico después de meses de arduo trabajo de reparación (?). Aparte de todas las consideraciones al respecto, con muchas preguntas por responder sobre causas y responsabilidades por los siniestros, sorprende la poco interés que el suceso despertó en el resto de España, incluyendo a los propietarios del viaducto. La ministra del ramo, Raquel Sánchez, no se acercó al lugar hasta que cayó el segundo puente. ¿Se comportaría igual de haber ocurrido en otro lugar de España, que sobra citar? La A-6 es una vía de comunicación esencial para el centro y norte de Galicia, con especial repercusión en la provincia de Lugo al no disponer esta de otros medios de transporte alternativos. Ni avión nin tren. Hay que investigar las causas, claro, pero que no sirva de excusa para demorar la solución al problema. Las primeras reacciones no fueron las apropiadas ante un hecho de tan graves consecuencias. Dejaron al delegado del Gobierno en soledad cuando la magnitud de lo sucedido supera sus atribuciones. Rectificar es de justicia.