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Fallecidos, libertades, Anguita

    NO sólo habrán muerto estos meses quizá 50.000 personas del virus, masacre oficialmente acogida con significativa frialdad por un Gobierno que se presenta como próximo a la gente. Por otras razones se fueron también Julio Anguita en Córdoba o el musicólogo López Calo y el buen amigo X. L. Franco Grande en Galicia. Madrid está en ebullición. Hay descontento y se multiplican las manifestaciones en buena parte de la ciudad. En mi barrio del noroeste llegan a las nueve en punto, al caer la tarde, acompañadas de caceroladas desde los balcones donde han vuelto a reaparecer banderas. Los gritos de libertad y las pancartas contra el Gobierno Sánchez-Iglesias se han hecho frecuentes desde las primeras manifestaciones en el centro.

    Les hablaba antes del fallecimiento de Anguita, el hombre que lideró el canto del cisne del comunismo español antes de que renaciese con matiz hispanoamericano, a lo Tirano Banderas, tras la crisis 2008, y que por ello es visto aquí a veces como el Caballo de Troya de Sánchez habida cuenta que la pérdida de libertades llega de puntillas.

    Serán decisivos estos meses para saber qué quiere realmente hacer un Gobierno que es visto con desconfianza en Europa y probablemente ya por la mayoría de ciudadanos. Sería conveniente algún tipo de acuerdo. Muy difícil. Pero si solo hay limones habrá que beber zumo de limón.

    Si se cruza el puente romano de Córdoba hasta la orilla de la torre de la Calahorra desde la monumental puerta real, desembarazada ya tras su restauración de la desordenada acumulación de tierra y piedras en derredor para salvar el desnivel de la mezquita, se llega enseguida al restaurante El Miguelito. Coincidí durante años con Julio Anguita y su mujer en este bar del que es celebrado su buchón, un rebozado y enrollado de merluza a modo de los flamenquines locales.

    Anguita era un pedagogo que hablaba despacio y con esas maneras con las que un paciente maestro se dirige condescendiente a escolares algo lentos y torpes. Sus ideas eran antiguas, no su voluntad de mejorar las condiciones de vida de quienes más lo necesitan. Inspiraba honradez y confianza y la conservadora Córdoba le votó en masa durante años. Siendo un hombre de antes, y habida cuenta lo que le siguió en la ahora llamada izquierda, no podemos sino recordarlo con simpatía.

    18 may 2020 / 22:07
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