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Feijóo anda despistado

    ME temo que el presidente de la Xunta de Galicia, por lo que hace a lo que sucede en la política fuera de aquí, anda un pelín despistado. La explicación que él da sobre las razones que haya podido haber para que su colega en la presidencia de la Junta de Castilla y León anticipe unas elecciones regionales, no sólo resultan excesivamente partidistas para poder ser compartidas, hasta creíbles, sino que son radicalmente diferentes a las que ofrece el propio interesado.

    Feijóo dice que Mañueco ha acordado disolver las Cortes castellanas porque, sin que mediase interés personal o de partido de ningún tipo, sino por simple conveniencia de la región, habida cuenta de cómo anda la política, le venía bien a los castellano-leoneses anticiparse a los ritmos de cambio que se avecinan, para no resultar perjudicados por nada inesperado. Que a él incluso le venía mejor dejar correr las aguas, pero que, si era necesario sacrificarse, él el primero. Y ya está. Generoso.

    Pero el propio Mañueco se apresuró no tanto a explicar como a justificar su decisión, diciendo que no la había tomado por gusto, sino porque había sido capaz de descubrir maniobras traidoras en sus coaligados de gobierno y que, para pararle los pies, antes de que lo expulsasen del Gobierno regional, moción de censura mediante, pues no tenía otra vía que la de anticiparse a ellos. Y contó, otra vez, como había sido la traición murciana de los de Ciudadanos. Temeroso.

    Si luego escuchamos lo que dicen los de Génova –incluido o especialmente el que escupe titos de aceituna–, pues resulta que en el PP creen que la situación política de España podría derivar en una ventaja propia si se fuesen desencadenando procesos electorales regionales que, si en ellos se lograsen resultados como los que logró Ayuso en Madrid, bien podrían ser la puerta de entrada para el acceso de Casado a Moncloa. Tal cual lo han explicado.

    Y a los de Ciudadanos que les den. Ya van por las puertas ofreciendo salvavidas a los que se quieran dejar salvar. Sin contar, claro, con el cabreo del vicepresidente de la Junta de Castilla y León ni de la propia Arrimadas, que se dicen, a su vez, traicionados por el PP, que les mintió hasta engañarlos, dejándolos caer antes de que ellos mismos se caigan solos. Que, habiendo Vox, ya no son tan necesarios como eran. Ahora hasta molestan.

    En estos asuntos, pues, Feijóo parece andar despistado o, más seguro, no bien atento a los prontuarios de la oficina de comunicación de su partido. Pero, sobre todo, ¿a qué se mete en cosas en las que parece que nadie le pidió que se metiese?

    23 dic 2021 / 01:00
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