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Feijóo é moito

    FEIJÓO ha protagonizado una película del oeste de acuerdo con los cánones del género. También aquí se trata de un héroe al que acechan todo tipo de peligros, aliado con un pueblo que desea tener un sheriff fiable y protector. Sólo falta la banda sonora del desaparecido Morricone para que la semejanza sea perfecta y un director contemporáneo decida llevar la gesta del gallego a la pantalla. Hay que ir al cine para encontrar un parangón con el triunfo de ayer porque fuera de la ficción no se encuentra algo similar. En el mundo democrático de hoy en día, donde abundan líderes renqueantes y coaliciones precarias, Galicia asoma como la aldea gala de la estabilidad con un Asterix al frente.

    ¿Cuál es la pócima mágica? Como todos estos brebajes la fórmula es secreta y Feijóo la guardará a buen recaudo, pero cabe especular sobre su composición. Seguramente habría que remontarse décadas atrás cuando los padres fundadores de lo que luego sería el PP gallego, deciden fiar su estreno autonómico a un galleguista llamado Albor que comparece como un Galego coma ti. A partir de ese momento se establece un modelo político original en el que confluyen numerosas corrientes que en otras latitudes pelean por separado. El propio Albor, Fraga más adelante y ahora Feijóo forman una dinastía democrática que no está unida por lazos de sangre, sino por su proximidad con el país. Cada uno de ellos refleja una Galicia distinta que evoluciona y exige respuestas nuevas. Por eso es un error recurrente de observadores afectados por la lejanía, pensar que Galicia es un feudo del PP o de Feijóo. Más bien son el PP y Feijóo instrumentos de los que se sirven los gallegos.

    Así se explica la epopeya del presidente que rompe todos los límites. Es el hombre del oeste que al principio de todas sus películas parece tenerlo todo en contra. Una crisis económica, una pandemia, un Gobierno hostil, un poder local y provincial de signo contrario, unas elecciones en pleno verano, una sigla a la deriva en la política nacional, nuevas derechas empeñadas en fragmentar el voto moderado en Galicia. Los elementos no podían ser peores, pero la pócima mágica hizo efecto. Además de revalidar su investidura en las urnas, los gallegos decidieron mofarse de quienes a última hora quisieron enturbiar el resultado inoculando miedo en la población.

    Todas esas pruebas que se acumulaban en contra de Feijóo hacen todavía más dolorosa la derrota de sus rivales. El valle de los caídos en la lucha contra el presidente tendrá nuevos inquilinos tras estos resultados. En cabeza de la procesión el rupturismo que se presentaba como una mera sucursal de la monarquía de Podemos. Pocos experimentos han sido tan efímeros y frustrantes. La amalgama de oportunismos finalmente ha sido desenmascarada por esa parte de la izquierda sociológica gallega que le entregó hace cuatro años la llave del cambio.

    A pocos pasos camina en dirección a la puerta de salida un candidato socialista que todo lo fió a ser la representación del sanchismo, convencido de que el liderazgo en la izquierda era suyo. Estaba en el aire y quedó en manos de la tenaz Ana Pontón. Suyo será el duelo con quien ganó a pesar de estar, como los héroes del oeste, solo ante el peligro

    13 jul 2020 / 00:01
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