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Feijóo se escribe con la ‘M’ de Madrid: Meijo

Con algún que otro sonado desentono y constantes discos rayados, las estrellas de la actual movida madrileña son los políticos: de Ayuso a Pedro Sánchez y de Abascal a Almeida, pasando por Yolanda Díaz, Pablo Iglesias, Arrimadas, Rufián o Errejón..., el elenco se va renovando cada cierto tiempo, como últimamente sucedió con la llegada de Feijóo. No componen tan bien como los grupos de la movida madrileña de verdad, la de los 80, pero entretienen. Ni sus voces son las de Rosendo, Nacha Pop, Gabinete Caligari, Los Pegamoides, Radio Futura, Los Secretos, Derribos Arias o Parálisis Permanente ni tienen un sonido tan limpio, pero encarnan la evolución del espectáculo en esta España democrática tras el triunfo de la transición sobre la ruptura: de las salas de conciertos como el Rock-Ola al Congreso de los Diputados.

A aquella movida capitalina de los 80, elevada hoy oficialmente desde la distancia temporal a acontecimiento legendario de la primera etapa postfranquista, enseguida le salió una réplica simultánea desde la periferia de Galicia, cuando en Vigo surgieron una serie de bandas rompedoras y gamberras como los Golpes Bajos, Siniestro Total, Cómplices, Os Resentidos, Semen Up, Bromea o qué? o Aerolíneas Federales. Eran menor en número, pero porcentualmente de más calidad y éxito, y entre el alcalde olívico Manuel Soto y el presiente de la comunidad del centro Joaquín Leguina idearon un hermanamiento de las dos movidas que hicieron visible coloreando los trazos en ‘V’ que contiene la ‘M’ en el enunciado Madrid se escribe con ‘V’ de Vigo.

Desde entonces, no se había visto sintonía igual entre Madrid y Galicia hasta la exhibida recientemente por Ayuso y Feijóo. La rebelión de una desencadenó el ascenso del otro, que ahora le retribuye el servicio prestado en dosis de libertad para hacer en su provincia lo que quiera, una devolución del favor que, conociendo como es la presidenta, no está exenta de grandes riesgos. Pero el idilio entre Ayuso y Feijóo viene de lejos y ya en plena pandemia Galicia y Madrid colaboraron con gran ejemplaridad desde sus respectivos sistemas sanitarios. De compartir la música más moderna en los 80 se pasó al préstamo de respiradores para las UCI y de las vacunas anticovid Moderna, manteniendo siempre una relación de vanguardia: de los acordes a los acuerdos en una España política acostumbrada a comunicarse a garrotazos.

De aquel Madrid se escribe con ‘V’ de Vigo a hoy, ¿qué fue lo que cambió? Que ahora es Feijóo quien se escribe con ‘M’ de Madrid: Meijo, sin gheada, meigo, persona que hechiza o posee poderes extraordinarios.

Feijóo es el mago de las mayorías milagrosas en Galicia que en Madrid deslumbra porque todas las encuestas que toca las convierte en oro. El paladín comodín que en su tierra canta con las Tanxugueiras y en la capital baila el SloMo de la eurovisiva Chanel, aunque sin atreverse con el traje que le diseñó Palomo Spain. Su paso por la Corte dejará un poso de intriga y fascinación que recordará al conde de Peña Andrada, ese personaje incierto y misterioso que introdujo Gonzalo Torrente Ballester en su Crónica del rey pasmado que se mantiene tan fresca.

La Galicia que deja el expresidente de la Xunta sigue plagada de seres insólitos y sorprendentes, pero más modernos. De El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez pasamos a la costa animada del Salnés, donde reyes en decrepitud se adentran en el mar y reviven como campeones olímpicos de vela, mientras un expresidente del Gobierno como Mariano Rajoy se desvela recorriendo sus senderos ataviado con una simple camiseta gris que casi no lo distinguiría de un mendigo. Este Sanxenxo es la antesala de Madrid en las Rías Baixas, ese lugar asombroso donde uno se encuentra perdido en mitad de la escalera, sin saber si subir a la Gran Vía o bajar a la playa de Silgar. Y si Barcelona presume de puente aéreo con Madrid, Sanxexo posee un túnel marítimo a la Zarzuela, con cabida para todos aquellos que sí tengan claro que los peldaños se pisan hacia arriba.

El meigo Feijóo desembarcó en la Corte en el contexto más oportuno. Fue el único de su partido capaz de ponerle el cascabel a Ayuso, esa gata (así llaman a los madrileños) que derribó el tejado de zinc bajo el que se abrigaba Casado, como preludio de mayores empresas destructivas tanto en casa propia como en ajena. Pero Feijóo la engatusó, al menos momentáneamente, como se calma a las fieras, con halagos musicales en su oído: “Madrid es una máquina del PP imparable”. El hombre que multiplicó el Xacobeo, como el milagro de los panes y los peces, se entrega a la capital. La meta del Camino es Santiago, pero el Jubileo que él persigue se gana en Madrid.

27 may 2022 / 01:00
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