Fin de Año

LA pandemia azota a Galicia, como a la generalidad de Europa. Compostela parece olvidad, en cierto modo, por los peregrinos que debieran de ocupar nuestras calles y nuestras plazas tras andar por los caminos que hasta aquí vienen. El Año Santo de 2021 concluye pero, por esta vez, la Puerta Santa no se cierra en un ceremonial que cuenta con más de quinientos años de tradición entre nosotros.

Y es que la gracia de una nueva anualidad jubilar nos espera y, en los próximos meses, volveremos a ver llegar hasta a nosotros, si esta tormenta cesa, a las gentes del mundo, buscadoras de Esperanza en este rincón de Europa, pasando ese umbral que nos adentra en una de las más bellas catedrales de Europa.

Compostela luce, en estos días, hermoseada por ríos de luz que discurren sobre nuestras calles y se convierten en luminosos cielos sobre cada una de sus más distinguidas plazas. Y cuando uno recorre, en la noche, por La Alameda, sobre el monumental eucalipto al que abraza un banco, mirando hacia el Obradoiro, puede verse como se desea un Feliz 2022, al tiempo que, quien pasa, se asombra ante la visión de una ciudad única.

Nos merecemos todos esa felicidad y, ojalá, esté a la vuelta de la esquina. Que el denominado ómicron sea el final de una pesadilla sanitaria y que, tras su presencia creciente, venga la normalidad precisa para seguir, cada uno, nuestra vida, gozando de lo ordinario, como debe ser, de lo rutinario, que podamos pasear sin miedo y que podamos hablar, distendidamente, con nuestros amigos.

Si 2021 ha de entenderse como un año irregular, en el que muchas familias perdieron a seres queridos y en el que una contagiosa enfermedad dificultó nuestras vidas, que 2022 sea un tiempo en el que festejemos la vida misma, sin agobios, valorando cada una de esas pequeñas cosas que cada día nos puede aportar