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Reseña Musical

Florian Vlashi (violín) y Maniola Camuset-Trebicka (piano), en el “Ciclo Concepción Arenal”

    El ciclo conmemorativo de bicentenario dedicado a Concepción Arenal, ofrece el tercer concierto en el Paraninfo da Universidade-mañana a las 20´30 h.-, con el dúo formado por el violinista Florian Vlashi y la pianista Maniola Camuset-Trbicka, mientras continúa la exposición “A conciencia de razón”, presentada en el Salón Nobre de Fonseca. Hubiese dado más de sí este año conmemorativo, que nos permitirá disfrutar de simposios y otras propuestas que realzasen la personalidad de quien hizo de su vida un proyecto solidario, con iniciativas como el reglamento de cárceles de 1864, o el “Manual del visitador del preso” y el ideario del reglamento de cárceles, tras fundar en 1870 la revista “La Voz de la Caridad”, dedicada a los estudios penitenciarios. Otros ensayos magnificaron la estima de la benefactora, como “La pena de deportación”, que le supondría el premio de la Academia de las Ciencias Morales y Políticas. Su vida había sido una continua dedicación al estudio y el análisis de los problemas sociales de su tiempo y en concreto a la temática del Derecho Penal. Sus obras se publicarían entre 1894 y 1897, en un conjunto de 23 volúmenes. Un curso que hubiese acaparado las atenciones previstas en proyecto, pero que definitivamente se redujo a esa exposición y los tres conciertos, en los que colaboraron la pianista Alicia González Permuy, la soprano Teresa Novoa, con el pianista Carlos Enrique, y el que se nos ofrece.

    Del concierto anterior con la soprano Teresa Novoa, con el pianista Carlos Enrique, nos queda la buena impresión de las palabras introductorias de Montserrat Capelán, para situarnos en programa. Para esta vez, Marcial del Adalid (1826/81), con la “sonata para piano y violín”, en sus cuatro tiempos: “Allegro assai e con brio”, “Andante sostenuto e cantábile”, “Minuetto” y “Finale Presto assai”, obra aproximadamente de 1850, en el que vivía entregado a una gran actividad compositiva, mientras realizaba algún viaje a la capital y siempre impregnando el conjunto de los trabajos de un sentimiento romántico. Uno de las primeros rendimientos, será una pieza para piano, editada por la “Sociedad Artística y Literaria de A Coruña”. Destacaban precisamente las piezas que recurrían a las poéticas de Espronceda, Lord Byron o Lamartine y la muerte de Chopin , en octubre de 1849, encauzaría su dedicación a obras como la “Improvisación fantástica” o “Le dernier chant du pèlerinage d´Harold”. En medio de semejante clima, cobrarán cuerpo composiciones como la “Sonata para violín y piano”, culminando con la “Sonata fantástica Op. 30”. En su formación, bastante tuvo que ver el período de estudios con el insigne I.Moscheles, con el que permaneció en Londres hasta el año 1844. Su admite que, en algún momento, quiso estudiar con Chopin, pero no hay pruebas de ello.

    Jesús de Monasterio estará por tres de su piezas: “Adios a la Alhambra”, “Fiebre de amor” y “Sierra Morena”, el compositor había regresado a Madrid en mayo de 1856, obteniendo un gran éxito con la “Fantasía original sobre temas españoles”, y en el mismo mes sería recibido por Isabel II, en un acto regio, ante la que interpretó “La gran fantasía nacional sobre aires populares españoles”, entre otras piezas, acompañado por Francisco Frontera de Valldemosa. La crítica especializada supo reconocer el excelente momento del artista, en lo que se refería a la ejecución y estilo. Seguirá siendo Madrid la ciudad que ayude a cimentar su prestigio, lo que hará posible la “Gran fantasía” y el “Adiós a la Alhambra”. Una etapa que, a mayores, fue integrante de jurados del Conservatorio de Música y Declamación, participando solidariamente en la función a beneficio de Gaztambide, celebrada en el Teatro Circo. En años afortunados, tendrá la ocasión de abordar el “Concierto para violín y orquesta en Si m.”

    De nuevo recuperamos a Eugenia Osterberger, “a compositora galega da Belle Époque” como la consideran Beatriz López Suevos, Susana de Lorenzo y Rosario Martínez Martínez, de la que se nos ofrecerán cuatro cantigas: “Tristeira”, “Desaires”, “Despedidas” y “Despecios”, en el tratamiento de Florian Vlashi, en versión para violín solo. Abundaba en ella las canciones de influencia italiana, típica forma de música de salón, pero a la par, se dejó tentar por el repertorio con raíces autóctonas, del que dejaron excelentes impresiones Juan Montes Capón, José Baldomir o Enrique Lens Vieira. Importante para todos ellos, había sido la figura de los editores, para dar cauce a su divulgación, como es el caso de Canuto Berea, quien puso a su servicio a todos estos maestros. Eugenia Osterberger, no disfrutó de sus atenciones en lo relativo a las canciones, aunque sí publicó algunas piezas para piano como “La rouet de Grand Maman” o “Insinuante “.

    Enric Granados con la “Sonata para violín y piano”, una de sus creaciones cameristicas especialmente apreciadas, aunque solo llegó a completar uno de sus tiempos, de los cuatro previstos. Está dedicada a Jacques Thibaud, al igual que otra de sus delicadezas, la que lleva por título “Romanza” y ambas carecen de fecha pero probablemente las compuso entre 1910 u 1912, las dos en Mi b Mayor, una tonalidad poco apropiada para el violín. Jacques Thibaud, tuvo el beneficio de ser dedicatario de obras importantes. La “Sonata para violín y piano nº2”, de G.Enesco o la segunda para violín y piano, de Ysaÿe y estrenó el “Cuarteto para cuerdas”, de Gabriel Fauré

    19 oct 2020 / 00:00
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