Gaza

EN la madrugada del viernes saltó la noticia de que tropas de tierra israelíes habían penetrado en la Franja de Gaza, en respuesta a los ataques sobre su territorio con misiles lanzados por Hamas. Sin embargo, el ejército israelí lanzó sólo un ataque de artillería y de aviación para atacar la red de túneles utilizados por Hamas y a sus comandantes. Un intenso bombardeo que duró unos cuarenta minutos causó un centenar de muertos entre los palestinos, un número que aumenta cada vez que se levantan las ruinas de los edificios destruidos.

Israel que mantiene su política de ocupación y desahucio de palestinos de sus hogares en Jerusalén Este, una vez más ha tenido una respuesta desproporcionada a los ataques palestinos, como se comprueba en la diferencia de víctimas entre las partes. Sin duda a esa situación no es ajeno el buen funcionamiento del escudo antimisiles con el que cuentan las tropas israelíes que interceptan la inmensa mayoría de los misiles lanzados por Hamas.

Pero más allá del enfrentamiento militar, causa sonrojo la impotencia de la comunidad internacional para poner freno a unos enfrentamientos que hunden aún más cualquier posibilidad de unas negociaciones de paz, que ni están ni se las espera. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que se ha mostrado tan innovador en algunos aspectos en el comienzo de su mandato, en este caso no ha variado un ápice la posición de EE. UU. de protección de Israel.

Y en esta situación, la declaración del alto representante diplomático de la Unión Europea, Josep Borrell, sobre la irrelevancia europea en este conflicto son preocupantes sobre su pérdida de influencia en la región. Los acuerdos de normalización que han derivado en el reconocimiento del Estado de Israel por una serie de países árabes también han dejado dañada la causa palestina.

Y por supuesto la posibilidad del establecimiento de un Estado palestino con capital en Jerusalén está cada vez más alejada. Por el contrario, el enfrentamiento desatado en los últimos días puede favorecer la posición política de Netanyahu, tras las últimas elecciones para mantenerse en el poder, en un ambiente de guerra civil entre israelíes árabes y judíos radicales en distintas ciudades.