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Reseña Musical

Giancarlo Guerrero, dirige a la “OSG”: Mahler, Ravel y Richard Strauss

    Concierto de la “OSG”, dirigida por Giancarlo Guerrero en el Palacio de la Ópera de A Coruña- mañana día 25 a las 20´00 h.-, ofreciendo en programa “Blumine”, de Gustav Mahler, la suite de “Ma Mère L´Oye”, de Maurice Ravel y la Sinfonía en forma de suite, procedente de números elegidos de la ópera “Ariadna auf Naxos”, de Richard Strauss. Giancarlo Guerrero, director musical de la Wroclaw Philarmonic, y ganador de varios “Grammy”, también ejerció en Nashville, realizando grabaciones para “Naxos”, entre las que aparece precisamente “Blumine”. Muestra interés por el repertorio de gran formato, recibiendo con frecuencia invitaciones para dirigir orquestas de primera línea, entre las que nos encontramos como principal de la vecina “Orquesta Gulbenkian”, de Lisboa y una capítulo a tener en cuenta, por sus labores de dinamización de jóvenes formaciones: “Music School of Curtis”, “Los Ángeles Colburn School” o el “Institut Weill of Music”, del Carnegie Hall. La Suite de “Ariadne auf Naxos”, en arreglo de D.Wilson Ochoa, la estrenó con la O. S. de Nashville”, en 2011. Hace un par de temporadas le tuvimos con la “OSG”, dirigiendo obras de E.Chabrier, Berlioz. A. Piazzolla o Tchaikovski, en el “Concierto para piano nº 2, en Sol M. Op. 44”, teniendo como solista a Kirill Gerstein.

    Gustav Mahler y su minusvalorado “Blumine”, segundo movimiento en la versión inicial de la llamada “Sinfonía Titán”. Una relación conflictiva y con ingrato futuro, ya que tras la presentación de la sinfonía, en cinco movimientos, “Blumine”, desaparecería de la misma. El estreno del 20 de noviembre de 1889, traerá cola y para la presentación en Weimar, de 1894, había sido condenado al ostracismo. La pieza en sí, como trabajo incidental para “Der Trompeter von Säkkingen” de J.Victor von Scheffel, cumpliría las pretensiones requeridas, en las que contribuía a realzar la visita del trompetista a su amada, en una serenata. Las dudas quedan sentadas en lo relativo a la incorporación a la mentada sinfonía como posible movimiento y tras el intento pretendido, será definitivamente desechado por el autor, quien decidirá que resultaba insuficientemente sinfónico. Pasarán años, hasta que en 1959, el hallazgo en los Estados Unidos, de la primera edición de 1893, supuestamente perdida, renueve la importancia de la pieza, hasta que Benjamin Britten se decida a dirigir la sinfonía en los cinco movimientos, en ese intento de volver a la original, desmintiendo así la consideración del autor.

    Un tributo a Jean Paul, “Blumine”, resultará un término usado por Mahler, en cuanto a la asimilación semántica, “Blume”(flor), inocencia y sencillez, y en lo puramente musical, un planteamiento que se anuncia desde la entrada con el solo de trompeta, sobrepuesto al resto de una pequeña orquesta, para acunarse entre las cuerdas, aprovechando para más precisión, el registro medio-alto de esa trompeta. En esencia y para mayor énfasis, un cuidado equilibrio sonoro, para recuperar la importancia del solo de trompeta, con la conclusión de las cuerdas en el registro más alto. La sinfonía en su conjunto, al margen de “Blumine”, pasó por variadas denominaciones, “Poema sinfónico”, en cinco movimientos en Re M.” o la común de “Titán”, una poesía musical en forma de sinfonía, tema al que se añade las distintas denominaciones de los movimientos, según fechas y conciertos. “Blumine”, en su caso, recibió el nombre de “Capitulo Blumine” o “Pieza de las flores” y “Marcha fúnebre a la manera de Callot”, que se convertirá en “El entierro del cazador”, etc...

    “Ma Mère L´Oye” (Mamá Oca), de Mauruce Ravel, una recreación del mundo infantil y los cuentos fantásticos, en una dedicatoria a los hijos de su estimados Godesbki, pieza nacidas en el entorno del teclado y que hacen las delicias de los entusiastas, con un estreno afortunado en la Salle Gaveau parisina, en la primavera de 1910, con Germanini Durony y Jeanne Leleu, antes de la posterior orquestación del autor al año siguiente, de la que saldría un ballet- que servirá para la creación de la suite-, en dedicatoria Jacques Rouche, para ofrezca su estreno gracias a Gabriel Grovlez. Números para solazarse en lo puramente musical: Un curioso “Preludio”, predispuesto a crear una ambientación necesaria, en manos de los instrumentos de metal y madera. La “Danza de la rueca”, un “Allegro”, en la que nos encontramos con la princesa “Florinda”, tras dañarse con la rueca, que se evoca a través de un zumbido, remarcado por la orquesta.

    La “Pavana de la Bella durmiente del bosque”, tiempo lento, en el que la vieja se transfigura en un hada, que mece el sueño de la princesa, en una melodía descrita por flauta y clarinete, con un acompañamiento de cuerdas en “pizzicato”. “La cita de la Bella y la Bestia”, en tiempo de vals, en el que el “glissando” del arpa cumple una importancia fundamental. “Pulgarcito”, animado por llamadas escandalosas de los pájaros. “Laideronmette, Emperatriz de las Pagodas”, pura seducción reafirmada por el modo pentatónico pleno de colorido y “El jardín mágico”, que nos acerca a ese mundo de los pájaros, en medio del beso del “Príncipe Encantado” que despierta a la “Princesa”, en la apoteosis de trompas, maderas y el conjunto orquestal en su máximo poderío.

    Nueva suite tomada de la ópera “Ariadna auf Naxos”, de Richard Strauss, trabajo que llega en arreglo de D. Wilson Ochoa, director, musicólogo y arreglista, con trabajos en su haber de obras de A.Copland, para Leonard Slatkin; la Marcha en Si b.”, de Prokofiev Op. 99”, o la “Elegy”, de J. Barnes Chance, entre sus abundantes trabajos de adaptación, que se resume en siete números, entre los que destacan una “Overture”, “Der Fechtmeister”, “Das menuett der Lully”, “Tafelmusik und Tanze”, “Ein Starrische zu Trüsten” o “Gibt es Kein Hinüber”. Un feliz resultado de la colaboración con Hugo von Hofmannsthal, tras “Electra” y “Der Rosenkavalier”. En principio, la propuesta del libretista, combinaría la comedia “El burgués gentilhombre”, para un posible trabajo de medias hora, sobre tipos burlescos de “La Commedia dell´Arte”, usando tan solo dos actos de la obra de Molière, con “Ariadne como diverimento”. El resultado final en el estreno, traería confusión ante los asistentes y hasta Max Reinhardt, se sintió desbordado para conseguir descifrar el resultado artístico. Paul Henry Lang, dirá que en ninguna parte llegó Strauss a manipular sus fuerzas con más pericia y refinamiento, ni a escribir unos conjuntos más exquisitos, que en las escenas cómicas de Ariadne auf Naxos”, sin embargo, al final, la obra en cuestión, no es más que una ópera que adolece de un extraño error de cálculo. Es demasiado estudiada y premeditada, una pintura elaborada, densa y muchas veces meramente vivida más que rebosante de humanidad. Opiniones que no dejarán de suscitar dudas y equívocos.

    24 nov 2021 / 01:00
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