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Gloria Steinem y las guapas

    LA periodista, activista y feminista Gloria Steinem, galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, convivió durante mucho tiempo con su condición de guapa, porque lo era y lo es; no hay más que verla a sus ochenta y siete años para comprobar que, la que tuvo, retuvo.

    Pero es mucho más que una mujer bella; más aún, bien se puede decir que no sólo no se aprovechó de su físico, sino que incluso puso su belleza al servicio de otras mujeres, como cuando se atrevió a trabajar como conejita Playboy bajo una identidad falsa para documentarse sobre las terribles condiciones en las que trabajaban las aparentemente alegres y seductoras jóvenes reclutadas para la famosa revista y sus clubs.

    Puede despistar que, con motivo del galardón, muchos medios de comunicación se centren en su apariencia o en algunas polémicas, como su relación con Betty Friedan, famosa autora de La mística de la feminidad, y el énfasis interesado que aún hoy día se pone en la supuesta enemistad entre ambas feministas.

    Digo interesado porque, si de lo que se trata es de honrar la trayectoria de Steinem, ha de destacarse su pionera “sororidad”, que la llevó a acompañarse en sus giras y conferencias en favor de la causa feminista de mujeres de diferentes etnias, clase social, religión y opción sexual.

    Y es que Gloria Steinem no habla por otras mujeres, dado que considera que el auténtico acto revolucionario es saber escuchar a las demás, cualidad que forma parte de ese atractivo y capacidad seductora que mencionan quienes la han entrevistado.

    Gloria Steinem se resistió al matrimonio, a una vida hogareña, a la maternidad, e incluso a un trabajo estable y bien remunerado, viviendo siempre al filo de la pobreza, y sin cesar de buscar recursos para su revista Ms y para la causa feminista. En sus escritos comprobamos cómo una hija de padres atípicos sacó lo mejor de cada uno de ellos, emulando la vida nómada de un padre siempre en apuros económicos, y evitando caer en la condición depresiva de una madre que renunció a sus sueños al formar prematuramente una familia.

    Steinem ha dedicado su vida a luchar por las más diversas necesidades de las mujeres: reflexionó sobre déficits en su alimentación, defendió la necesidad de honrar sus cuerpos, reivindicó disfrutar libremente del buen sexo, denunció la violencia y los abusos a los que se ven sometidas las mujeres, e incluso ha tratado la condición femenina en la vejez.

    Los artículos de Steinem evidencian su honestidad incluso a la hora de revisar sus propios prejuicios, y cómo la misma generosidad con la que se refiere a sus progenitores en obras como Mi vida en la carretera, se plasma en sus escritos sobre mujeres tan variadas como Marilyn Monroe, Pat Nixon, la actriz porno Linda Lovelace, Jackie Kennedy, o Alice Walker. Maravilla su capacidad para hacerlas hablar, escucharlas, evitar juzgarlas y respetarlas, porque para ella todas son guapas.

    01 jun 2021 / 01:00
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