Hasél: cada tuit, una pedrada

TUVE un alumno que era incipiente rapero. Le alenté a serlo: tenía ritmo y aunque no construía melodías, urdía frases ingeniosas con ripios. Como hace Pablo Hasél. “Pena de muerte ya a las infantas patéticas, por gastarse nuestra pasta en operaciones de estética”. Sólo que este lo hace con exabruptos para sus enemigos. Ha sido sentenciado por cometer delitos, no por ser artista rapero.

Ha recibido sanción jurídica y considero que merece además sanción moral: ni es verdad lo que dice, ni es útil que lo cuente de esta manera. Los agitadores que lo secundan defienden la Libertad de Expresión con adoquines.

El ejercicio de libertad comporta la asunción de Responsabilidad consecuente. Soy libre para tirar una pedrusco pero asumo que si rompo la cresta a un vecino debo cargar con los efectos del lanzamiento. Que cada palo aguante su vela. Hasél ha hecho mal uso de su libertad, quizá consecuencia de una deficiente educación moral. Vocea sus sentimientos, sus opciones. Un tuit suyo es una pedrada en el ojo. Ahora que cada palo aguante su vela. Y que Pablo reconduzca sus bravuconadas.

El Parlamento refleja un estado de opinión y legisla para el bien común. El Código Penal asegura la convivencia social y sanciona al que la obstaculiza. Deseo que la reforma anunciada ampare a los perjudicados por quienes abusan sin fronteras de la libertad de expresión

Centenares de artistas piden la libertad de Pablo Hasél. Yo también, pero que reflexione en prisión y aprenda a respetar al prójimo y a vivir en paz con adversarios. Fue condenado por agredir a un periodista hace años en la Universidad de Lleida. Y a dos años (en 2014) por enaltecer el terrorismo. Otra sentencia lo condena por amenazar a un testigo en un juicio. No fue a la trena al no ser reincidente; ahora debe cumplir pena de nueve meses.