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Historias que curan

    UN día leí un relato titulado Historias que curan que decía, poco más o menos, algo así:

    La medicina moderna es portentosa, con sus máquinas poderosas, sus medicamentos prodigiosos y sus espectaculares avances que, sin embargo, a menudo dejan de lado el más prosaico, y no por ello menos importante, aspecto del cuidado: la historia de la persona. Y es que la medicina tiende a considerar las anécdotas como algo poco científico y dedica poco tiempo a dejar hablar al paciente.

    Este enfoque de hechos, y nada más que hechos, empezó a cambiar cuando la doctora Charon, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Columbia, comenzó a tratar de situar las narraciones de sus pacientes en el corazón del diagnóstico y de la cura, abanderando un movimiento en favor de la medicina narrativa; de una medicina que incorpora cada vez más la capacidad de escuchar los relatos de los pacientes para comprender y respetar lo que necesitan trasmitir.

    Hoy, en Columbia, todos los estudiantes de Medicina de segundo año reciben un seminario sobre narrativa que complementa sus clases de ciencia pura. En él aprenden a escuchar con más empatía y a interpretar el relato del paciente con más rigor, convirtiendo el tradicional “dígame dónde le duele” en un “hábleme de su vida” que les permite absorber e interpretar para poder aproximar mejor sus diagnósticos.

    La efectividad del método es asombrosa porque, al combinar la destreza técnica con la narrativa, se consiguen resultados extraordinarios. Y es que, si bien es cierto que las historias por sí solas no son capaces de curar, no es menos cierto que a veces cura más un oído atento que una receta. Las historias curan. No hay duda. Así que narración, empatía, comunicación y escucha pueden ser los principios activos del mejor medicamento del mundo. Qué sencillo parece y que difícil resulta...

    ¿Por qué comparto esta historia hoy? Porque en esta época de tantos cuentos chinos médicos, tanta narración distorsionada y tanta ausencia de ciencia pura por obra y gracia de la manipulación política, ya sólo nos faltaba que, contra los criterios de toda la comunidad médica de relevancia, salga el responsable de alertas sanitarias del Gobierno hablando de lobbies e intereses para colocar no sé qué vacuna o que tal otra. Hay historias que curan e historias que enferman. Y la gestión de la pandemia por parte del Gobierno es de las segundas. Su siniestra narración, su falta de empatía, su mala comunicación y su nula escucha deprimen. Vacúnennos ya y déjense de jugar con nuestras luces.

    03 jun 2021 / 01:00
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