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Rereña Muscial

“III Ciclo de piano Ángel Brage”

    Convenimos en mantener el recuerdo de algunas de las principales ediciones del Ciclo de piano Ángel Brage, que en esta ocasión nos lleva a la tercera programada en el año 2011, siempre con su planteamiento de riguroso criterio en torno a grandes solistas, entre los que también tenían cabida talentos emergentes, como era entonces Alice Sara Ott, en una temporada que también incluyó a prestigiados intérpretes como Arcadi Volodos y la magistral veteranía de Aldo Ciccolini. El presupuesto, calculado y comedido, se cimentaba en las reconocidas relaciones personales de los promotores del ciclo y firmas comerciales que se atuvieron a su continuidad, Eduardo Beiras García- Martí, “Castrosua”, “Egasa”, la “Fundación Araguaney” y “Televés”. Una administración con sólidos recursos, permitía sostener un nivel de gran altura sin ceder a dispendios gratuitos cara a la galería y a los hechos nos remitiremos. También entre las personas activas en este proyecto, conviene citar la importancia que desde el comienzo, tuvo Xerardo Estévez, garante de esta iniciativa con el piano como protagonista único

    Alice Sara Ott, artista prometedora tras ganar el “Concurso Int. Hamatsu”, gozaría también del Premio Silvio Bengalli. En esa temporada, venía de participar en los Festivales de Lucerna, el Festspielhaus Baden-Baden y el Vlaanderen, de Bruselas, puerta abierta a grandes giras en las que compaginaría igualmente repertorios camerísticos, en otras citas como los certámenes de Heimbach, Zurich, Davos o Schwetzingen, compartiendo pareceres con músicos de postín, desde Lars Vogt, Gustav Rivinius, Tadjana Masurenko o Peter Sadlo. En recitales a solo, se había presentado en el Klavier-Festival Ruhr, el de Schleswig- Holstein y el de Meckelbourg-Vorpommern y el Braunschwieg Classix. Ya en 2008, había firmado como artista con la “Deutsche Grammophon”, para la que realizó una grabación de los “12 Études d´execution transcendente”, de Ferenz Liszt, con gran aceptación, a los que seguirá un segundo trabajo con los valses completos de Chopin. En el ámbito orquestal, dejó constancia con los conciertos de Tchaikovski y Liszt, con la “München P.O.” y Thomas Hengelbrock, También había ganado el “Klassik Boto”, premio a su docencia en el Mozarteum de Salzburgo, con Karl-Heinz Kämmerling.

    Una sesión en la que nos dejó la “Sonata para piano nº 3, en Do . Op. 2”, de L. v. Beethoven y los “12 estudios transcendental”, un modelo del género programático o descriptivo que contribuía de recrear imágenes de estados de ánimo a través de los sonidos. Esas doce piezas que parten de un “Preludio”, con majestuosos arpegios para seguir con un “Molto vivace”, “Paysage”, “Mazzeppa”, “Feux follets”, “Vision”, “Eroica”, “Wilde Jagd”, “Ricoradanza”, “Allegro agitato molto”, “Harmonies du soir”, completando “Chasse neige”, que culmina las intenciones claramente descriptivas, y que logra las mejores pretensiones junto a “Mazzeppa”. Un alarde de los argumentos técnicos demandados por el autor.

    Arcadi Volodos, siempre apreciado por su sentido del fraseo, el color y la poesía, un ejemplo de la llamada escuela rusa, por parte de un intérprete formado en el Conservatorio de San Petersburgo, con Galina Egiazarova, antes de seguir en París y Madrid. Nueva York le dio una acogida definitiva en 1996, y a partir de entonces será reclamado por grandes orquestas: Royal Concertgebouw, “München P.O.”, Dresden Staatskapelle, Sinfónica de Boston, siguiendo el patrón de directores como Lorin Maazel, Myung-Whun Cheng, Zubin Mehta, Seiji Ozawa, James Levine, Jukka-Pekka Saraste, Semyon Bychov, Valery Gergiev o Ricardo Chailly. Fue asiduo de recitales que le convirtieron en uno de los grandes: Carnegie Hall, de Nueva York; Théâtre des Champs Elysées, siendo especialmente aclamado en el Festival de Salzburgo, en el año 2002, que le valdría repetir cada año, por expresa invitación de la gerencia. En 2009, reservó para el mismo un especial dedicado a F.Liszt. La temporada que le tuvimos en este ciclo, había sido intensa por las visitas en giras, una de ellas a Latinoamérica y otros conciertos en la Gewandhaus, de Leipzig. En sus comienzos, tuvo el beneficio de grabar para “ony Classics”, destacando sonatas de Schubert, y transcripciones de Sergei Rachmaninov, del que haría una grabación en directo del “Concierto nº 3”, con la “Berlin P.O.” y James Levine y el “Primero” de Tchaikovski con S.Owaza.

    En la sesión que nos ofreció una tarde de domingo, el 3 de abril, le escuchamos en un programa a la par entre Schubert y Liszt. Del vienés, páginas de los “Momentos musicales D. 780”, y la “Sonata en Fa m. D.625”.De Liszt, que curiosamente acaparó la atención de los tres intérpretes con obras suyas, la ostentosa “Sonata en Si m. S. 178”, de la que el músico realizaría un auténtico modelo testimonial, carnaza de estudiosos especialistas, musicólogos y por supuesto entre los aficionados, precisamente por su singular planteamiento, que recurriendo a la forma clásica, consigue resolverla en un trazado único.

    Aldo Ciccolini, napolitano de origen, heredó en parte de sus profesores las escuelas de Busoni y Liszt. Otro caso de niño prodigio, ganó el prestigioso Marguerite Long/Jacques Tibaud, en 1949. Mostró interés por la tradición francesa, realizado la integral para piano de Erik Satie, de Ravel y de C.Debussy. Tuvo la fortuna de colaborar con Fürtwangler, Ansermet, Cluytens, C.Münch, Gavazzeni, Martinon, P.Monteux, M.Plasson, lo más granado en el apartado de la dirección. Una carrera que marcaría época, en la que también nos encontramos con la mítica Elisabeth Schwarzkopf. Un catálogo de grabaciones que abarcaban toda una vida, en los registros para la histórica “EMI-Pathé Marconi” , y otros sellos de no menor importancia, rescatando obras de autores relegados como Deodat de Séverat, Massenet o Chabrier. En esa serie, Liszt, en las “Armonías poéticas y religiosas”, de 1992 y la integral de Debussy, o de Beethoven, “Nocturnos” de Chopin- premiados con el “Diapason d´Or”-, además de Janacek y Schumann. Méritos destacados, aparecía como “Académico de Sta Cecilia”, “Oficial de la Legion d´Honneur”y “L´Ordre National du Merite”, de Francia. Recibió el “Grand Prix Charles Cross”. A partir de 1971, había adoptado la nacionalidad francesa.

    Un concierto a modo de clase magistral, con un amplio muestrario del repertorio chopiniano de lo más selecto: Un par de “Nocturnos”, una “Tarantella”, tres “mazurcas” y la “Polonesa-Fantasía Op. 61, en La b M.”, dejando para la segunda parte piezas de Liszt que partirían de “Consolations S. 172”, seis obras desde el “Andante con moto” al “Allegretto cantabile”. Variedad a gusto del respetable, en el capitulo típico de piezas de salón, en las paráfrasis operísticas que tan excelente resultado ofrecen para sus entusiastas: “Danse sacrée et duetto final d´Aida” (Verdi); “Hymne de l´enfant a son réveil”; selección de “Armonías poéticas y religiosas”; “Muerte de Isolda” (Wagner). E “Invocation”. Brahms, poco entusiasta de Liszt, dejará escrito: “Si alguien quiere saber lo que hizo en realidad Liszt por el piano, que estudie sus primeras fantasías sobre óperas. Ahí se encuentran las bases de su técnica pianística.”

    01 mar 2021 / 01:00
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