Ilona Timchenko, “Impromtus D. 899 y D. 935” de Schubert, en el Paraninfo da Universidade
El ciclo schubertiano que se viene proponiendo en las programaciones de la “USC”- Paraninfo da Universidade 20´00 h-, nos acerca al mundo del piano confiado con absoluta solvencia a Ilona Timchenko, quien dejó constancia de su magisterio en el dedicado a las sonatas de Beethoven en una integral, ”Unha vida de emocións en 32 sonatas”. En aquella ocasión, se reservó un par de ellas, la “Sonata en La M. Op.101” y la temible “Sonata en Si b M. (Hammerklavier) Op. 106”, en un ejercicio de puro escalofrío del que todavía conservamos memoria. Ilona, promotora del “Festival Peregrinos Musicais”, es al tiempo una prestigiada docente, de la que tenemos noticia por sus alumnos, y de los que con frecuencia se ofrecen conciertos, bastantes de ellos en el mismo espacio. Comparte actividades con otros compañeros suyos en agrupaciones camerísticas, que se renuevan con regular frecuencia, como es el caso del “Trío Metamorphoses”, compartido con la clarinetista Jean Johnson y el viola Roeland Jagers.
Fue Premio del certamen “Abstract Securitirs Landor Competition”, del Cadogan Hall, con el que logró un contrato para “Landor Record” y entre sus maestros están Alexander Gold y Rian de Waal, en Holanda, Lazar Berman, en Italia y Michel Beroff, en Francia. En calidad de compositora, se inició en el Festival de música Moderna de Aviñón, estrenando su sexteto “Dedicatoria a Aviñón”. Presentó en Italia los “24 Preludios y fugas” de D.Shostakovich, y grabó la integral de Antón García Abril. Entre otros galardones destacan: la “Beethoven Competition Wien”, la “Liszt Comp.”, de Utrecht, la “Enescu Comp.”, de Bucarest y el “María Canals Grand Prix”, de Atenas. Colabora como profesora en la “EAEM”, en el “Peter de Grote Festival” y con la “Fundación Vladimir Spivakov”.
Schubert en sus “Impromptus D. 889 y D. 935”, género del que se sabe que no fue su inventor ya que las primeras fuentes nos llevan a los editados por Vorisek (1791-1825), un compositor checo que se había adelantado con sus piezas del “Op. 7”, en 1822, cinco años antes, en este género de piezas breves y someras, marcadas por un lirismo reconocible y que prepararán las que otro compositor de mayor arraigo entre los aficionados, Tomásek (1774-1850), que editará sus obras en 1810, en estilo parecido a las que denominará “églogas”, aunque efectivamente, las condiciones quedarán definitivamente asentadas para firmar su seña de identidad, y que bastante tienen en común con las “bagatelas Op. 33, 119 y 126”, de L.van Beethoven.
Dos series de Schubert con el detalle de que la primera no está fechada, aunque se edite en parte en diciembre de 1827,en Haslinger, poco antes de dar a conocer la siguiente, con los números 5 a 8, por lo que se aceptan como un único grupo de ocho. Están definitivamente muy cercanas en cuanto a su escritura, estilo y temperamento emocional. Con el nombre que las conocemos, el autor mantendrá una idea clara de sus intenciones. Esas piezas iniciales- cuatro en total-, en las que resulta reconocible el parecido con los “Valses de Graz D. 924” y “D.925”. Por una parte la similar utilización ensanchada con relación a composiciones previas, en cuanto al registro del teclado y la extensión hacia las frecuencias agudas, la frecuente presencia de ritmos apoyados y hasta en contratiempo, elemento que comparte precisamente con los valses de Graz y las melodías de la tradición de la región de Styria.
Es en la primera serie del “D. 899”, en donde, por su actitud y estado de ánimo, un tanto sombrío, donde nos hallaremos con ornamentos que observamos en el ciclo vocal de lieder del “Winterreise”, aspecto que en la segunda, quedará claramente distanciada. Una liberación con respecto al peso de la serie de aquellos lieder y que para su escritura contará con la inestimable ayuda de la pianista María Pachler, a ello contribuirá el necesario reencuentro con su amigo Schober en su acogedora residencia, en donde tendrá a su disposición una sala con instrumentos de contrastada calidad.
Fueron aquellos lieder del “Winterreise” quienes pusieron argumentos para abordar sensaciones parecidas, pero en tratamiento para el piano. Sencillamente, un lied es casi siempre una obra en sí misma, donde todo debe de estar dado en un tiempo limitado y en el marco musical “ad hoc” para encuadrar con el ánimo de la pieza: clima, decorado, color afectivo, contenido psicológico. La liberación del texto, un será pues condicionante posible. Esa pasión intensa de la composición del lied, impregna profundamente el resultado de estos ”Impromtus” y que a mayores, tienen sus concomitancias en su construcción en forma tripartita. Esas dos series de ocho piezas, aseguran a la postre la unidad de conjunto, abriéndose con un “Allegro moderato”, incluyendo un movimiento lento en tercera posición “andante mosso” y “andante” y en los dos casos, este fragmento es el único de su serie (Sol b y Si b), marcando así una ruptura dentro de los grupos. El paso de una serie a otra se hace sobre una relación tonal estrecha, el paso de una tonalidad mayor a su relativa menor (La b-Fa m.)
Diabelli fue responsable de la edición de los cuatro del “D. 935”, quien les dio a conocer en 1838, anunciando entonces sobre los mismos: “Tengo en reserva las composiciones siguientes... cuatro “Impromtus” para pianoforte solo, que pueden publicarse por separado o los cuatro a la vez.” Una posible prueba de que en el ánimo del compositor, se trataba de fragmentos separados y no de una serie de movimientos siguiendo el plan de una sonata, como imaginó Robert Schumann, en un conocido comentario, aunque resueltamente, no hay ninguna razón que sostenga semejante valoración. De todas formas, nada hay que impida el hecho de aceptar una profunda afinidad interna entre cada uno de ellos, desde el “Allegro moderato, en Fa m.”, al “Allegro scherzando, en Fa m.”, que concluye la serie.