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Indecencia

    INDECENTE es un término que admite matices semánticos dentro del significado de lo moralmente reprobable e indigno de respeto por falta de honradez y rectitud. El principal matiz se refiere al sexo, vieja fijación cultural que arrastró a su campo a términos emparentados. Así, indecente, deshonrado y deshonesto se referían sobre todo en la vieja España a cosas como el vestido indecente de una mujer, a una mujer deshonrada o a otra de vida deshonesta, pues la mujer era principal depositaria de la decencia mediante la exigencia de comedimiento en las distintas situaciones: actitudes recatadas o decorosas establecidas para su condición femenina y su categoría social según la ocasión.

    Cuando el actual presidente del gobierno llamó “indecente” a Rajoy no se refería a esta clase de decencia tradicional. Este insulto no tenía antecedentes parlamentarios desde la Segunda República, una España todavía muy tradicional, que, ebria de sí misma y sus modestas realizaciones, se creyó muy avanzada y descreída mediante el sencillo expediente psicológico de negación de una parte de sí misma.

    Una época en la que el calderoniano drama de la honra –la decencia tradicional– inspiraba aún nuestro cine, como La aldea maldita o Nobleza baturra de Florián Rey, pues aquel tiempo estaba más cerca de Calderón que de la nosotros, razón por la que un militar de ideas políticas limitadas como Franco no quisiese basarse en la pureza de la estirpe y la secularizada religión nacional de los fascistas sino regresar al Antiguo Régimen.

    Lo que quería decir es que indecente tiene un significado que en nuestro tiempo es ya el principal y se refiere a actos delictivos. Cuando Sánchez llama “indecente” a Rajoy, sienta las bases de la destrucción de toda forma de entendimiento futuro y él lo sabe. Había comprendido que su baza estaba en la negación de la sombra de su partido en asuntos de corrupción y en su éxito ante un puñado de incondicionales sin el menor sentido de equidad en señalar con el dedo (y ad hominem) al otro partido, corresponsable, ciertamente, de esa especie de régimen de la Restauración al que en cierto momento peligrosamente se aproximó el constitucionalismo de 1978. Pero todo esto viene a cuento porque en El País del domingo (3-I-21, pg. 10) se le ruega a Félix de Azúa que mantenga la compostura y no sea tan duro con Sánchez y el gobierno.

    05 ene 2021 / 00:00
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