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Inditex se galleguiza (más si cabe)

    EL mismo día en que se anunció la nueva cúpula directiva de Inditex surgieron cientos de interpretaciones en torno a las causas y efectos del relevo. Imposible llegar a todas por la elevada pléyade de zaristas y orteguianos que pueblan el universo mediático, pero entre las que tuve oportunidad de acceder, escritas y habladas, algunas parecen bastante sensatas pero hay otras, y no pocas, que rezuman insano interés o simplemente resultan disparatadas. Da la impresión, una vez más, de que los presuntos expertos se quedan en presuntos cuando de asuntos económicos o empresariales se refiere.

    Las cosas, casi siempre, son más sencillas de lo que nos quieren hacer creer. Por eso, me basta la explicación dada por el aun presidente, Pablo Isla, quien situó el proceso de renovación de cargos como un funcionamiento normal en una empresa. La credibilidad del varias veces reconocido como mejor gestor del mundo, aparte de su ejercicio profesional, está más que acreditada.

    Porque, aunque Inditex se define a veces con muchos adjetivos superlativos, su principal característica es que se trata de una empresa. De una empresa grande, eso sí. Y cuando decimos también con razón que es más que una empresa queremos subrayar que hablamos de una GRAN empresa.

    Puesto que de analizar la situación actual y hacer pronósticos de futuro en el ámbito directamente económico de la empresa hay gente con mucha más autoridad, me detendré en algunos aspectos colaterales aparentemente obvios que son, a mi entender, dignos de señalar:

    Primero: Amancio Ortega sabe lo que hace. El aserto no necesita más explicación. La historia lo acredita. Y es el dueño.

    Segundo: Marta Ortega es mujer. A partir del próximo 1 de abril el IBEX-35 perderá algo de masculinidad. La tendencia hacia la igualdad, lenta pero inexorable, da un paso cualitativo de gran zancada con su incorporación al club. Hasta ahora solo había dos mujeres en la cúspide: Ana Patricia Botín, del Banco Santander, y Beatriz Corredor, en Red Eléctrica.

    Tercero: La empresa se galleguiza. Más si cabe. Los nombramientos así lo acreditan. Nadie duda de que el fenómeno Inditex trasciende fronteras, su presencia supera los 200 países, de ahí su éxito, y seguramente el lugar de nacimiento de sus directivos no influya en sus resultados, pero que las incorporaciones a la más alta dirección sean gallegas de nación, a Galicia no le perjudica. Las noticias sobre Inditex van acompañadas muchas veces del explicativo “la empresa gallega”, utilizado como sinónimo para evitar reiteraciones. Ahora se podrá usar con más razón que nunca.

    Cuarto: La Bolsa, noqueada. Acostumbramos a decir que el mercado bursátil adelanta acontecimientos, que determinados efectos están descontados de antemano, como si los brokers tuvieran un olfato especial para adelantar acontecimientos, pero en esta ocasión les pillaron en calzoncillos y sin corbata, prendas masculinas por excelencia, a lo que respondieron con una reacción propia del que se siente despechado. Ayer, rápidamente, se pusieron el traje a primera hora para no seguir en el ridículo.

    Estos cuatro puntos, al margen del fondo del asunto aunque colaterales a los acontecimientos, los resumiría en tres conceptos positivos: sentido común, feminismo y galleguismo, y uno negativo, externo: especulación. Una victoria holgada.

    02 dic 2021 / 01:00
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