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Inés

El Premio Nadal es un galardón enormemente prestigioso, que ha dado más valor, si cabe, a un buen número de narradores angulares desde 1944. Esa primera edición la ganó una mujer extraña, que procuró mantenerse al margen de cualquier tendencia (y presencia pública) el resto de su vida. Ella era Carmen Laforet y la obra, que convirtió en clásica, era Nada. Por cierto, que casi nadie se acuerda de que el finalista se llamaba José María Álvarez Blázquez con la formidable (y completamente olvidada hoy) En el pueblo hay caras nuevas. En su dilatada historia hay obras maestras. Uno guarda como oro en paño el volumen de 1968, comprado en aquellos días y devorado en cuestión de horas en cuanto salió a la venta, en enero de 1969. Era Un hombre que se parecía a Orestes, y su autor, don Álvaro Cunqueiro, uno de los gigantes de la literatura del siglo XX, quería tratar, según declaraciones propias, la inutilidad de la venganza (la cita inicial, prestada por Esquilo, decía: “-Ha llegado un hombre que se parece a Orestes./ -A Orestes sólo se parece Orestes./ -Luego, ha llegado Orestes”. Pero le salió algo distinto, o no exclusivamente lo que pretendía. Algo mucho más extenso y ambicioso, y casi sin pretenderlo. Se convirtió en uno de los mayores iconos narrativos de su tiempo, y en un texto poderoso e influyente hasta el día de hoy. Luego vinieron los demás...

NADAL 2022

Sería inútil tratar aquí la lista de los imprescindibles desde entonces. Pero por allí han pasado Carmen Martín Gaite, Miguel Delibes, Ferlosio, Ana María Matute, Umbral, Arrabal, Gustavo Martín Garzo, Lorenzo Silva, Trapiello, Eduardo Lago, Maruja Torres, Víctor del Árbol, Eva Díaz, Marta Sanz, Millás o nuestros colegas Alfredo Conde y Sergio Vila-Sanjuán. Pero vengámonos al presente. Este 2022 se lo ha llevado alguien que merece toda nuestra atención: Inés Martín Rodrigo, por una joya inconmensurable y dudosamente descriptible, Las formas del querer. Como de costumbre (inveterada) la editorial es, naturalmente, Destino. Por decir algo, y sin caer en la tentación de hacer spoiler, digamos que los protagonistas son la complejísima Noray (sí: un nombre marinero en toda regla) e Ismael, un despiste vital hecho hombre. Ella se ve, sobre todo tras la muerte de sus abuelos, Carmen y Tomás, inclinada a hacer una historia de su familia, desde la Guerra Civil hasta el despertar de ETA o el 23F: “Todavía no tengo muy claro lo que sucedió, todo permanece aún en la espesura del amargo recuerdo, por muy reciente que esté, pero sí por qué ocurrió...” Una fuente de sorpresas, un texto tan delicado como contundente, y una forma de narrar absolutamente magistral...

21 feb 2022 / 01:00
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