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Instituciones, monarquía y ejemplaridad

    LA Monarquía y la figura del Rey emérito están haciendo correr ríos de tinta. Será la justicia, quizá más la europea que la española, la que tenga la última palabra y califique las actuaciones del ex Monarca. Debemos dejar trabajar a los expertos, y no prejuzgar asuntos impulsados por personajes tan turbios como un cuestionado comisario, actualmente en prisión, y una despechada y misteriosa princesa europea. Entendemos que apartar al anciano Rey responde más bien al deseo de mantener la ejemplaridad de la Institución monárquica, que a ningún tipo de juicio previo; pues el ex Jefe de Estado se merece, como cualquier ciudadano, el derecho a la presunción de inocencia.

    Tampoco vamos a pecar de miopía histórica, o a negar la innegable contribución de la Monarquía y del Rey emérito al asentamiento y consolidación de la democracia en España, al mantenimiento de la estabilidad del país, su brillante papel diplomático y de representación, e incluso sus mediaciones en beneficio de la economía española. Independientemente de que nosotros estemos más o menos dispuestos a reconocer estas labores y trayectoria, la historia lo hará.

    Se trata, en consecuencia, de una cuestión de ejemplaridad; la que se le presupone y exige a todas las instituciones públicas y a todos sus representantes. Es un tema de ética, y también de estética. Pero, claro; esa misma ejemplaridad ética y estética que le demandamos a nuestros monarcas es aplicable también a dirigentes políticos, o a representantes religiosos. De igual modo, hemos de reconocer que no se trata de cuestionar instituciones sin más, sino personas y actuaciones concretas. De ahí que no abandonemos nuestras creencias o prácticas religiosas por los errores de individuos aislados, ni cuestionemos al Gobierno en su conjunto, pese a que un Vicepresidente esté envuelto en escándalos judicializados.

    Eso sí; no deja de sorprender que haya sido el Vicepresidente que se había mantenido estratégicamente mudo tanto durante la pandemia como en relación a los polémicos asuntos que rodean a su persona, quien se haya erigido en juez y parte no ya de Juan Carlos I, sino incluso de la Institución a la que el Emérito representó en su día. Por eso es fácil constatar que quienes han aprovechado este movimiento para alzar sus voces son parte interesada, y están utilizando la quizá inoportuna decisión de la Casa Real de apartar al antiguo Monarca, para desviar la atención de los problemas que realmente nos acucian, como la alarmante situación sanitaria, las pésimas circunstancias y previsiones económicas, o la amenaza de desintegración de nuestra nación. Junto con los separatistas e independentistas, ellos son quienes más y mejor han sabido sacar rédito de lo que fue concebido como un simple alejamiento orientado a preservar la ejemplaridad de la Institución monárquica. www.josemanuelestevezsaa.com

    08 ago 2020 / 00:16
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