Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

Juzgar a ‘los Borbones’

    CUANDO ALGUIEN PROCLAMA, aunque sea en medio del fervor de un mitin, que hay que juzgar a “los Borbones” está actuando igual que un Borbón. No de los de hoy, sino de los que gobernaron en un tiempo y con un derecho en el que las responsabilidades eran colectivas, grupales, étnicas. En esas épocas la culpabilidad correspondía a pueblos, razas, clases o familias, sin que fuera relevante que sólo hubiera un culpable en medio de esa categoría. Romeo y Julieta, por ejemplo, no son felices ni comen perdices debido a antiguas reyertas

    entre sus familias que son más fuertes que el amor de la pareja; su destino está dominado por sus ancestros y nada pueden hacer para remediarlo. Como en el caso de la manzana podrida que infecta al cesto entero, el delito de alguien contaminaba a todo su linaje. Esta idea se prolonga hasta bien entrado el siglo XX para desembocar en el holocausto decretado por el régimen nazi.

    En un Estado de Derecho los Borbones no existen, de la misma forma que tampoco puede hablarse de los García o los Fernández en general. Llevar un apellido o pertenecer a una estirpe real no presupone culpabilidad alguna. Tan absurdo como atribuirle a Felipe VI las fechorías de su padre, sería pedirle cuentas por las andanzas de Fernando VII o Alfonso XIII porque las responsabilidades penales no se heredan como si fuesen un pecado original. Cada persona, cada rey en este caso, comienza a escribir en un libro en blanco. Ante la ley es igual a cualquier ciudadano, lo cual implica que no carga con otras culpas que no sean las suyas.

    Achaquemos la exigencia de juzgar a “los Borbones” al ambiente entusiasta del Día da Patria. Quizá por un momento el público se sintió como lo parisinos que acudían encantados a la que hoy se llama Plaza de la Concordia para contemplar el funcionamiento de la guillotina, y la oradora no pudo contenerse y confundió el 2020 con el 1789 en un patente anacronismo. Después está la consideración jurídica de esos ataques, una cuestión que obliga a recordar que nuestro ordenamiento no protege al rey por ser rey, sino porque hemos acordado que sea el jefe del Estado, semejante por tanto al presidente de la República Francesa. Es decir, que lo que se está defendiendo de las ofensas e injurias es a la máxima representación del Estado democrático, no a la sangre azul.

    Al margen de esta consideración sorprende que algunos opinen que la Corona está excesivamente protegida contra críticas que están en la frontera entre la libertad de expresión y el libelo. Vivimos en una época donde lo políticamente correcto restringe incluso el sentido del humor. Cada vez son más numerosos los temas tabú sobre los que es mejor no bromear, a menos que se quiera quedar expuesto a los censores, y sin embargo, con la jefatura del Estado parece que rige otra norma. En este caso la libertad de expresión lo admite todo, no hay tabúes sino una amplia licencia para acusar a “los Borbones”. Si en otros asuntos lo políticamente correcto es callar y calcular al milímetro lo que se dice, con la Monarquía hay barra libre. Existirá igualdad ante la ley pero también una evidente desigualdad ante la crítica social, incompatible con el auténtico republicanismo. Habrá sido el fervor del mitin.

    11 ago 2020 / 00:15
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    TEMAS
    Tema marcado como favorito
    Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.