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La cólera y el Nobel de economía

    A mediados del siglo XIX Londres vivía bajo la condena de numerosas enfermedades que asolaban a la ciudad, entre las que destacaba la cólera. Por aquel entonces se pensaba que se transmitía por “malos aires” (teoría de los miasmas). Sin embargo, John Snow discrepaba de la versión dominante, al considerar que el problema radicaba en una materia mórbida procedente del suministro de agua.

    Entre 1849 y 1854 dos compañías servían agua en áreas superpuestas, Southwark & Vauxhall y Lambeth, y en estos años esta última cambió la fuente de suministro obteniendo agua no contaminada. Se produjo lo que se consideró como el Gran Experimento, a saber, hogares en un mismo distrito y de manera aleatoria, pasaron a tener una fuente de agua limpia mientras que otros no. Snow pudo explotar las diferencias en el tiempo y entre los grupos para demostrar que su teoría era la correcta ya que las tasas de mortalidad fueron notablemente inferiores en donde Lambeth era el oferente una vez producido el cambio de suministro, mientras que donde solo operaba Southwark siguieron aumentando.

    Este tipo de técnicas, denominadas como cuasiexperimentales, ya que se asemejan a los experimentos controlados en laboratorio que se realizan de manera habitual a la hora de, por ejemplo, testar la eficacia de vacunas, pero sin poder escoger quien recibe el tratamiento, también han sido utilizadas en el campo de la ciencia económica.

    Tal ha sido su importancia que, precisamente, en este año, el Nobel de economía ha recaído sobre David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens por la realización de investigaciones usando estos métodos y refinándolos, para poder discernir los efectos causales de numerosas políticas económicas.

    Por ejemplo, Card junto con Alan Krueger analizaron las implicaciones que tuvo aumentar el salario mínimo en 1992 en New Jersey en las cadenas de restaurantes de comida rápida. Lo novedoso es que no se limitaron a ver las variaciones en el empleo una vez aumentado el salario mínimo, ya que podían existir factores tales como la evolución del ciclo económico que confundirían el efecto causal. Compararon los restaurantes de New Jersey con los de Pennsylvania, ya que estos últimos no sufrieron aumentos en sus costes laborales, y además las características de ambos grupos eran similares antes del cambio de política. Lograron demostrar la intuición teórica de que en ocasiones los salarios no se determinan de manera competitiva por lo que aumentar el salario mínimo no siempre implica destrucción de empleo.

    Lo revolucionario no fueron sus conclusiones, sino que a través del desarrollo de las técnicas de tipo experimental la economía se convirtió en una disciplina mucho más precisa, abriendo el camino para que muchos de nosotros podamos discernir qué mueve el mundo y en qué dirección.

    15 oct 2021 / 01:00
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