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Reseña Musical

La “EAEM” en el Paraninfo da Universidade

    Primero de los conciertos de los Alumnos do Curso Avanzado de Especialización Orquestal, de la “EAEM”, en sus formaciones camerísticas, en el espacio “A Escola na Cidade”, que se presentan en el Paraninfo da Universidade-20´00 H., y en formaciones de cuarteto, que se mantendrán las dos jornadas previstas, teniendo su segunda sesión el próximo día 26. Dos programas que se iniciarán con el “Cuarteto para cuerdas en Sol m. Op. 10”, de Claude Debussy, delque serán intérpretes los alumnos de Carlos Méndez: Clara Pedrosa Nieto y Matthias Leonhardt Emmerick- violines-; Carmen Mª Navarro Fernández- viola-y la chelista Carmen Rodríguez Campos. Será el único cuarteto que compondrá Debussy y que nacerá al tiempo que el “Preludio a la siesta de un fauno”. Obra de absoluta madurez, mostrará con ella el punto álgido de su dominio técnico, lo que la convierte en composición asidua para profesionales. De su aceptación, darían cuenta en la Sociedad Nacional de Música parisina, los miembros del “Cuarteto Ysaÿe”, el 29 de diciembre de 1893, antes de que Durand se intereses por su publicación al año siguiente. El autor hábilmente entremezcla elementos diferentes procedentes de modelos gregorianos , detalles de procedencia húngara, la moda imperante y recién descubierta del gamelán javanés, y las asimilaciones del entorno propicio, desde Massenet a C.Franck o los rusos, entonces en boga.

    Stephen Walshm en su trabajo “Debussy. Un pintor de sonidos”, comenta que el cuarteto de cuerda se había compuesto más o menos al mismo tiempo que las “Proses lyriques”. Además, y esto era todavía más importante, había escrito una escena entera de una nueva ópera, “Pelléas et Mélisande”, para la que por fin había recibido en necesario permiso de Maeterlinck, en agosto, Y había redactado lo bastante del movimiento superviviente del proyecto sobre la “Siesta de un fauno”, de Mallarmé, para tocarlo íntegramente ante Régnier, a quien le pareció candente como un horno”. Cierto que en el “Cuarto de cuerda” había evitado el wagnerianismo, pero éste no constituía un gran peligro en la música de cámara.

    En realidad, los cuartetos de cuerda de los compositores franceses claramente distaban de abundar, aunque incluyamos en esa categoría al belga Cesar Franck, cuyo único cuarteto, en “Re Mayor”, había sido prácticamente su última obra compuesta en 1889, el año anterior a su muerte. Conociera o no Debussy la pieza, su tono nostálgico y su densidad polifónica, apenas influyeron en su propio cuarteto , que toma de Franck el método cíclico de vincular los movimientos a través de temas comunes, pero poco más. Su “Cuarteto en Sol m.”, es obra vigorosa y enérgica desde el primer compás, como si estuviera pensada para eludir las expectativas.

    Cambio de orientación por el ”Cuarteto de cuerdas en Do m. nº 8, Op. 110”, de Dmitri Shostakovich, que será abordado por alumnos de Natalia Madison. Los violinista Christian Casanova Peral y Silvia Cánovas Ramos, la viola Carmen Mª Navarro y la chelista Clara Núñez Virseda. Se acepta de la obra del ruso como un trabajo intensamente expresionista, una constante si cabe permanente en el conjunto de su obra, como comprobamos en sus densas sinfonías. Fue escrito a comienzos de los años sesenta, en medio de tiempos sufridos y una continuación de las vivencias que siempre atosigaron su situación personal. Estamos en el período de una visita a Dresde y el siempre polémico Volkov, autor de una biografía puesta en solfa “Testimonio. Las memorias de Dmtri Shostakovich, acertará cuando nos ponga al tanto del resultado de una obra amarga y violenta, en su denuncia contra el fascismo. Una partitura en su amplia dimensión y casi de poderío sinfónico, es un reto brutal y agotador para los intérpretes. Obra que, en consecuencia, se ofrece a posibles transcripciones para cuerdas solas, como la de Rudolf Barsahi, o cuerdas y timbales (Abraham Stassevich). La obra recibió la primera gran recepción gracias al “Cuarteto Beethoven”, en el otoño de 1960, en la Sala Glinka, de San Petersburgo.

    Krzysztov Meyer, autor de una apreciada biografía, dirá sobre el “Cuarteto nº 8”, que ocupa una posición única en toda la literatura de este tipo de música, Es una obra de increíble fuerza expresiva. Según Galina, hija del compositor, al terminar este cuarteto, su padre había dicho: “Me lo dedico a mí mismo”. Estas palabras confirman el perfil autobiográfico de la obra ¿Cómo explicaría, si no, el hecho de que Shostakovich evocase en él sus obras más importantes, y las vivencias asociadas a las mismas: “Lady Mcbeth, del distrito de Mzensk”, las “Sinfonias nº 1 y nº 5”, o el “Trío para piano”? Por qué en el “Largo”, que comienza con la firma de sus iniciales D.S.C. H., en el chelo, seguido en canon por la viola, el segundo violín y el primero, con sus características de Requiem”, Shostakovich cita, sobre el fondo de sonidos largamente prolongados producidos por la viola y el chelo, el motivo fúnebre del canto revolucionario, tan popular en Rusia.

    23 mar 2021 / 01:00
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