Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

La familia como objeto en propiedad

    LOS recientes sucesos de Tenerife y el hallazgo del cadáver de una niña de cuatro años a la que al parecer dio muerte y sepultó en el mar su padre, cuyo paradero y el de otra hija de menor edad aún se desconocen, pone de manifiesto el horror al que llega la cosificación y apropiación de los hijos.

    De unos años a esta parte han muerto más de treinta niños a manos de sus propios padres –con más frecuencia, no exclusivamente, de su padre–, en el marco de conflictos violentos de pareja llamados impropiamente de género y que es mejor llamar machistas si queda claro que el machismo no es un asunto de varones –como piensan las/los ignorantes que atacan los derechos civiles desde la guerra de sexos–, sino un modo tradicional de pensar que impregnó la sociedad hasta ayer, siendo mujer y hombre importantes transmisores de roles familiares patriarcales durante unos cuatro milenios si tomamos como indicador de extensión patriarcal el fin del matriarcado cretense por el militarismo indoeuropeo, asociado a rigor geométrico, a símbolos diairéticos de separación y dominio, a poder viril, a espada, conquista y vida guerrera en ciudadelas fortificadas.

    El patriarcado comenzaría a contestarse con la crisis de los vínculos precapitalistas de producción e incorporación de mujeres al trabajo, donde las pioneras cuestionaron la milenaria división de los roles sociales entre sexos y reclamaron las cuotas correspondientes de poder.

    En las reposiciones de El club de los poetas muertos y Esplendor en la hierba comentamos el problema de la apropiación de las vidas de hijos y esposas por un padre-patrón en familias, poderosas (o no), conservadoras y tradicionales en EE. UU. y otros lugares, a cuya quiebra fue decisiva la crisis generacional en torno a 1968, si bien, como el poeta Rilke decía en sus cartas al joven F.X. Kappus y ratificaba una mujer tan vinculada a él y radicalmente libre como Lou Andreas Salomé (1900), la crisis del patriarcado sería aún un largo proceso en el que los hombres en desacuerdo opondrían enorme resistencia.

    No es fácil transformar las ideas de quienes, más hombres que mujeres, todavía se consideran propietarios de una familia-objeto de cuyas vidas disponen. Y con el añadido de disimetrías jurídicas (“justicia femenina” nacida de la “justicia popular” de Stalin) como resultado del creciente avance de un feminismo antiilustrado y antiliberal, un machismo invertido, como ya insinuara la gran psicoanalista Karen Horney.

    15 jun 2021 / 01:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito