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La marginada salud mental

    NO tiene el cronista excesiva fe en la eficacia de los denominados Días Mundiales de... en eficiencia que si resultaba cuestionable en su inicio se va perdiendo a medida que el calendario se satura de nominaciones (once en el día 1 de octubre): Desde las relevantes como, por no salirnos del mes, Personas de Edad, Hábitat, Cáncer de Mama, Cambio Climático, Donación y Trasplante de Órganos, o Pena de Muerte, hasta los más irrelevantes días del Pulpo, Observación de la Luna, Tíos, Lavado de Manos y hasta de James Bond. Que el mes es corto y las ocurrencias sobreabundantes.

    En todo caso y con las prevenciones necesarias, no se oculta que las líneas que siguen se han hecho coincidir conscientemente con la conmemoración en este 10 de octubre del Día Mundial de la Salud Mental, en atención a un problema que trasciende del propósito de puntual recordatorio para inscribirse en una continuada preocupación que atañe a la sociedad toda dado el exponencial crecimiento en su afectación y que hace ineludible su abordaje sanitario por parte de las instituciones responsables.

    Reducidos al ámbito del ocultismo, en incomprensible estigma respeto de otras patologías, ni siquiera los suicidios, con sus alarmantes estadísticas, son merecedores de las adecuadas políticas que afronten desde la raíz y más allá de viejas terapias convencionales una eficaz lucha que tanto necesita de inversión económica como de una más efectiva dotación de capital humano.

    En España, recuerdan las estadísticas oficiales, el incremento de las patologías mentales se manifiesta en que un 12 por ciento de la población toma ansiolíticos, aumentaron un cincuenta por ciento las urgencias pediátricas por problemas psiquiátricos y los suicidios -8,3 por cada cien mil habitantes que en Galicia sube al 11,3- se sitúan como la segunda causa de muerte entre los menores de 21 años y la tercera en la adolescencia.

    Datos que tienen especial repercusión en Galicia, con 305 muertes por suicidio en 2020 frente a las 113 por accidente de tráfico, configurándose como la principal causa de muerte por circunstancias externas entre la población gallega menor de 70 años.

    A la vista de tan desolador panorama respeto de estas patologías sobre las que pesan incomprensibles barreras como listas de espera o escasez de profesionales en los sistemas públicos que empujan a los pacientes a la atención privada –cuando pueden pagársela–, se entiende que el Movemento Galego da Saúde Mental lleve largos años –desde su constitución en 2014– poniendo el foco en la necesidad de reforzar las prestaciones en el campo de la Atención Primaria como paso indispensable para abordar la prevención de manera eficaz. Porque, advertían, la “asfixia e desmantelamento vertixinoso” de este primer nivel de la sanidad pública propicia “efectos negativos na detección precoz e intervención en primeira liña ás persoas en risco”.

    Las comparaciones, dicen, son odiosas. Pero sólo cuando nos perjudican. Por eso se silencia que España, con 11,84 psiquiatras por 100,000 habitantes, se sitúa en puestos de cola de los países europeos, que encabeza Suiza con 52,37. Fíjense si queda tarea.

    10 oct 2022 / 01:00
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