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La nueva normalidad

    CUANDO los ciudadanos oímos hablar de ‘la nueva normalidad’, nos surgen sentimientos encontrados de esperanza y temor ante el escenario que se avecina. Ya sabemos que es la expresión que se está extendiendo por todo el mundo para referirse a lo que vendrá tras el confinamiento al que estamos sujetos desde hace semanas. Incluso asumimos que, a corto plazo, esta nueva realidad en nada se parecerá a lo vivido y disfrutado antes de la pandemia. Aun así, mientras unos ansían dicha ‘normalidad’, otros la aguardan atemorizados.

    Es comprensible la prisa de pequeños comerciantes y grandes empresarios, quienes ven cómo los días pasan y sus bolsillos se vacían. Observamos sus esfuerzos por ofrecer en sus negocios y comercios aforos limitados, mamparas protectoras y geles desinfectantes, y hasta para distribuir mascarillas y guantes entre sus clientes. Conocemos emprendedores que están heroicamente dispuestos a hacer cuantos esfuerzos sean necesarios para poder volver a abrir sus propiedades, adelantándose incluso a directrices y normativas.

    Pero no será fácil, porque incluso quienes tienen la oportunidad de proseguir con el teletrabajo, pese a su deseo de libertad, se muestran cautos ante una salida apresurada que pueda conllevar un posible revés sanitario, y una vuelta a la casilla de salida. Fíjense que una de las condiciones que se están trasladando a las Comunidades para la tan manida ‘desescalada’ es que el cincuenta por ciento de sus UCI estén libres, por si hubiera que echar mano de ellas. El país necesita avanzar; la economía ha de ser atendida; las instituciones tienen que seguir funcionando; pero toda decisión conllevará muchos riesgos que todavía no se pueden prever. Son tantas las dudas por resolver, que es bien difícil dictar medidas.

    Los estudios epidemiológicos que se están llevando a cabo estos días muy probablemente se limitarán, como mucho, a identificar casos activos que se hayan pasado por alto, y a confirmar lo que es ya fácil predecir: que la mayoría de la población no ha superado la enfermedad; y que, por tanto, son muchos los susceptibles de ser contagiados. Los expertos no están aún en disposición ni siquiera de asegurar si quienes han pasado la dolencia están inmunizados, ni durante cuánto tiempo lo estarían en caso de que así haya sido.

    El escenario más plausible que nos ofrece la nueva ‘normalidad’ no es difícil de proyectar: gente con mascarillas y guantes manteniendo la distancia de seguridad recomendada; negocios, oficinas y comercios con un número limitado de clientes haciendo cola bien separados, o solicitando cita previa; niños a los que durante bastante tiempo habremos de impedir jugar con sus amigos; mayores priorizados pero temerosos a la hora de salir a la calle, aunque sea para dar un breve paseo, etc. Es evidente, pues, que lo que nos aguarda no será ni sencillo ni habitual. Ojalá sepamos estar a la altura.

    03 may 2020 / 20:39
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