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La pianista Laura Zapatero-Carreiro, en el Paraninfo da Universidade

    Concierto de Laura Zapatero-Carreiro, en el Paraninfo da Universidade-, próximo martes día 24, a las 20´30 h.-, con obras de Chopin, Mozart, Debussy y Manuel de Falla. Laura estudió en Vigo con Alina Poliute y con Rasa Bivienene, obteniendo el Premio Extraordinario Fin de Carrera, con Matrícula de Honor. Siguió con Tatiana Sajarova Strashnova, y realiza un master en el Conservatorio Arrigo Boito de Parma (Italia),con Giampaolo Nuti. Otras masters, la llevaron a asistir a clases de Cecilio Tieles, Alexander Meinel, Albert Mamrier, Georg Kern, Olga Semouchna o María Szraiber y estudió dos años con Vladimira Smausova. Asistió a importantes concursos: “Music without Limits” (Lituania), “David Russell” (Vigo); “Vila de Xàbia”; “Int.de Fundao” o “Vilapraia de Ancora”. Actuó como solista con la “O. Toscanini”, de Reggio Emilia; la “Orquestra 430”, con la que grabó un dvd y acudió dos veces al Curso Int “IKFEM”, donde grabó el dvd “Rasa &Friends” y otras dos al de “Bonporti Summer Piano LAB” (Trento). Participó en los ciclos “Novos Intérpretes” y “Peregrinos Musicais” y cofundó en 2015 el “Dúo Splash-It”, con el percusionista Agustín Rodríguez de Guzman.

    Dos nocturnos de F.Chopin para entrar en materia. El “Nocturno nº 1, Op. 9”, una pieza clara y traslúcida y de talante íntimo, en el que el reiterado uso de arpegios dentro de una convencional figuración nos remite en cierto modo a las influencias de John Field. Fue compuesto en 1830 y sería publicado tres años más tarde por la editorial “Wessel & Co.”, de Londres con el detalle añadido en el título de “Murmullos del Sena”, asunto que pareció sentarle bastante mal al compositor. No hará falta añadir mucho más, ya que convierte a la pieza en otra cosa de la que realmente parece trasmitirnos. Irritado y fuera de sí, Chopin, en una escrito dirigido a otro editor y confidente, confesará que Wessel era sencillamente un imbécil que trataba de arruinar sus composiciones, desvirtuando totalmente la intención de sus verdadera pretensiones.

    El “Nocturno Op. 27 nº 2, en Re b”, siempre gozó del sincero reconocimiento de Félix Mendelssohn-Batholdy, un compositor en el que podremos descubrir afinidades y en especial en las obras para el teclado. Preferentemente, prima un melodismo de armonías muy variadas, que se expresan sobre una atractiva forma de cantinela, que nos traslada a un intenso estado emocional característico del espíritu de la forma de los nocturnos. Se aprecia que bajo el acompañamiento de semicorcheas uniformes y de gran riqueza, el enriquecimiento de la variedad sonora en la que más de algún entusiasta, reconocerá la cercanía del mundo de Vincenzo Bellini, la atractiva y fascinante gracia de las arias operísticas. Se recuerda a modo de detalle digno de mención, una primera sesión pública de la pieza, ofrecida en Leipzig, el 4 de octubre de 1835, en la que estuvieron presentes Mendelssohn y Clara Wick, la eterna protectora de Robert Schumann y el padre de ella y el propio nocturno, acabó tentando el interés de otros compositores en una clara intención de revisarlo.

    Mozart con la “Sonata en Do M. nº 2 K.330”, y sobre las sonatas “Parisinas”, será Ghéon quien opine que oscilan constantemente entre la expresión y el virtuosismo, entre la pasión y el fuego musical. Al analizar esta sonata en concreto, los Massin se referirán a un retazo de la carta del 9 de julio, en la que el músico confesará a su padre una de las noticias más tristes y dolorosas, creando una resonancia entre ambas expresiones: “Tengo una habitación pequeña pero bonita- escribe- con una vista muy agradable, y, a medida en que me lo permite mi situación, estoy contento”. Un Mozart en París, hacia mediados a julio de 1778, cuanto contaba con 22 años y la posibilidad de nuevas perspectivas.

    Claude Debussy con una selección de los “Preludios”, procedentes del segundo cuaderno. “Brouillards”, pieza extrañamente politonal de la que emergen retazos del tema que se ocultan de nuevo como si fueran fundidos cinematográficos. Está basada enteramente en la antítesis entre las cuerdas blancas y la negras. “La puerta del vino”, vale como una sencilla tarjeta postal colorida, enviada por Manuel de Falla y que inspiró a nuestro músico que curiosamente, nunca estuvo en España, quedándonos una visión áspera y apasionada de la ancestral ciudadela solitaria de los árabes. “Bruyeres”, posible melodía de una flauta de un pastor, que resuena en una languidez silenciosa; la escritura pentatonal céltica , recuerda a “La muchacha de los cabellos de lino”. “Ondina”, una travesura entre las olas y que para Cortot, es la hermana injustamente desconocida de la ”Ondina” raveliana. “Feux d´artifice”, brillante y poética como corresponde a su título, siendo la más desarrollada de este cuaderno, con la que cierra la colección.

    Manuel de Falla con la “Fantasía Bética”, última obra compuesta para el piano, al margen del “Homenaje a Dukas”, de 1935. Un adiós definitivo a la ciudad de Granada en la que con todo, acabará asentándose un año después. La “Fantasía Bética” supone el final del compromiso con la música regional, anunciando el camino para la emancipación del “Retablo” y del “Concierto”, Se admite que, en cierto modo, es su “Islamey” o su “Isle joyeuse”, la verdadera despedida del virtuosismo pianístico en el cual había estado profundamente interesado. El talante de las sesiones exteriores es austero y percusivo, con amargos arranques de cante “jondo” y pasajes que suenan tal como si fuera música de Scarlatti, arreglada por Bartok.

    21 nov 2020 / 00:43
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