Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

Lamentos y cantos de sirenas en un clic

Galicia no pocas veces ha sido vista como la tierra que no pudo -o no supo- mantener a sus habitantes y los lanzó como emigrantes lejos de sus hogares, sin más futuro que el que veían en sueños. Es parte de nuestra historia. Pero también vemos, por contra, cómo antes y ahora regresan a veranear esos emigrantes, de todas las clases sociales, dejando en Galicia parte de la riqueza amasada en la tierra de acogida. Incluso, dicen los noticiarios, alquilan coches de alta gama, dejando las agencias en precario. Es fortuna que revierte en esta tierra.

Que los jóvenes, universitarios o de cualquier ámbito, hoy día salgan al exterior a formarse, a buscar mejor futuro o simplemente a viajar, es un logro muy sano. Redunda en su formación, nuevas experiencias, intercambios con otros colegas, contacto directo con otras realidades (más allá de las virtuales), otras lenguas, costumbres y modos de vivir y de ver la vida.

El retorno y cómo encajar a estos jóvenes, con mente renovada, con más habilidades, proyectos e ilusiones que nacen de esas “emigraciones”, no es fácil, pero lo aprendido y experimentado más allá de nuestras fronteras, sea en el viejo o nuevo continente, en Asia, África o Australia, es un bagaje de signo positivo.

Serán ellos los pioneros en atraer a sus conocidos extranjeros, incluso celebridades, o gentes que despiertan un interés allá por donde pasan. Serán los primeros en seguir viajando a esos y otros países, abriendo un abanico de oportunidades para dar a conocer lo que se hace, o deja de hacer, en su tierra, en Galicia. Serán quienes más interés muestren en alentar a sus hijos, pupilos o allegados a recorrer esos u otros caminos semejantes.

Sin embargo, se tiende a pensar que muchos jóvenes -o no tan jóvenes- músicos que se van a otros países, lo hacen obligados o por falta de oportunidades en este país. Cierto es que aquí no tenemos de todo como en botica, y no faltan trabas. Pero hay campus universitarios en las cuatro provincias, decenas de conservatorios, auditorios y mil orquestas de todo calibre. ¿Cabría tener más? No me toca legislar, pero por apuntar algo, reorganizar el mapa, promover especialidades que no tenemos y dar más facilidades e igualdad de oportunidades, sería un plus a mayores. Aun así, si llegásemos a tener todas las necesidades cubiertas ¿es un mal salir a recorrer el mundo a los 20 o 35 años? ¡Lo hemos hecho tantos! ¿Miedo al retorno, al futuro? No hay total seguro en ningún lado.

Pensemos en el caso más extremo y paradigmático conocido: el de Mozart, ese niño que recorrió media Europa, de la mano de sus progenitores. Podemos objetar que lo exhibieron de forma circense e interesada al ver su genio innato. Pero gracias a eso, el pequeño Mozart absorbió como una esponja -como un juego- el saber musical de las principales capitales europeas, en salones de palacios, en pueblos más pequeños, entre gentes de todas las edades. ¿Hubiera sido el mismo genial compositor e intérprete si no hubiera salido de su Salzburgo natal? No lo sabremos nunca, pero no dejaría proyección tan grande en los 10 países y 200 localidades por donde anduvo.

Mozart es un caso único, pero pensemos en J. Haydn, en Chaikovski, en María Callas o en J. Cage. Pensemos en músicos e intérpretes gallegos: Marcial del Adalid, Eugenia Osterberger, Andrés Gaos o M. Luisa Nache, por no citar emigrantes y exiliados gallegos o nombres más recientes que tienen voz propia. Su formación o estancia fuera de Galicia les acredita como profesionales y como glorias gallegas.

En un mundo tan global, tan online, tan rápido en conseguir información y formación a golpe de un clic, se está olvidando un aspecto importante: el contacto personal, el enriquecimiento racional y afectivo, el desarrollo a fuego lento, paso a paso, meditado, sopesado y madurado por el tiempo, que todo ser humano precisa en su entorno o lejos de él.

El problema no es de emigraciones, ni solo de falta de oportunidades, que sin duda hay siempre, si no de esperar que el santo advenimiento entre por la puerta de nuestras casas. La juventud, divino tesoro, tiene pros y contras. Quedémonos con los pros y solventemos los contras.

Esa emigración, libre o semi obligada, les hace crecer como personas y así crece el país, creando una sociedad más conectada humana y tecnológicamente, que lo uno no quita lo otro. Una sociedad donde es posible vivir y convivir sin lamentos, razonables a veces, pero más parecidos a cantos de sirenas que a verdades.

Ya quisieran otros que huyen a pie, a nado o en pateras y mueren literalmente en el intento, estar en posesión de ver cumplidos sus anhelos. O quienes retenidos ignominiosamente en sus países quedan ahí atrapados, abandonados a su suerte.

Vana queja nuestra. El tren sigue pasando. ¿Subimos o bajamos?

30 ago 2021 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.