Larga y agotadora guerra
EL debate en torno al curso de la guerra en Ucrania se ha intensificado estas últimas semanas. Son varios los factores que motivan esta revisión de un conflicto que ha pasado de ser considerado una operación militar especial, como decía Moscú; o la invasión de un país extranjero, como siempre señaló Kiev; a terminar siendo reconocido como una guerra en toda regla.
Hablamos, por tanto, de un conflicto bélico que, como auguramos aquí desde el inicio, se prevé largo y agotador. Y quizá sea este cansancio social generado por la guerra, la fatiga diplomática que trae acarreada, y el agotamiento económico que ya se deja sentir con fuerza en todo el mundo, lo que propicia nuevos debates, y reflexiones a veces precipitadas.
La ciudadanía, como es lógico, va tomando partido; y trata de influir en las acciones y decisiones que toman sus líderes políticos. Pero incluso a nivel social las visiones llegan a ser opuestas. Lo vemos en Alemania, cuya población empieza a dar señales de desesperación. También en Italia, con manifestaciones a favor y en contra del discurrir del conflicto y las negociaciones de paz. Hasta en Estados Unidos los dos grandes partidos políticos muestran fisuras internas y apuestan por soluciones tan inesperadas como el acercamiento a Putin, o el rediseño (desde allí) de nuestro propio sistema de seguridad europeo.
En medio del desconcierto, las tropas rusas aparentan replegarse, y hasta batirse en retirada de territorios previamente ocupados. Ello conlleva una falsa sensación de victoria para el ejército ucraniano; un sentimiento que se viene abajo al comprobar la población y los propios mandos militares que el invierno se avecina demoledor, con las infraestructuras energéticas seriamente dañadas y diezmadas por los drones y el poderío balístico de una Rusia que guarda sus misiles más poderosos para más adelante; y quizá espera a que se congele el terreno para realizar su gran ataque de blindados e infantería.
Entretanto, continúa sus maniobras militares; primero con China en el Lejano Oriente Ruso y en aguas de los mares de Japón y Ojotsk (Vostok-2022), y ahora con Argelia en la frontera marroquí.
Tampoco olvidemos el arte de la desinformación; una baza jugada por ambos bandos. Todo sea por obviar que Zelenski liderará la reconquista y la iniciativa sólo mientras siga recibiendo la ayuda militar, tecnológica y de inteligencia que le proporciona la OTAN (de ahí su insistencia en señalar a Rusia por el misil caído en territorio polaco). Pero si este soporte logístico y estratégico falla, la derrota será inevitable. Y si permanece, la victoria, de producirse, nunca será completa; y se hará esperar.
De hecho, de demorarse demasiado, los ucranianos podrían verse obligados a renunciar a parte de sus aspiraciones; todo sea por dejar de pasar hambre y frío; las dos armas, junto con los apagones, que ahora utiliza el Kremlin.