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Las urnas en Italia

    SEGÚN los sondeos, Giorgia Meloni será la gran triunfadora en las elecciones que se celebran hoy en Italia. Es bien cierto que se prevé una altísima abstención, de en torno al 40%, lo que implica dos cosas: 1) que, como viene siendo habitual en tantos otros contextos europeos, existe un partido imaginario, el de los abstencionistas, que sería capaz de arrasar por sí solo en las urnas; y 2) que la desconfianza en el sistema político y en las respuestas que plantean ciertos partidos tradicionales frente a la actual crisis social, cultural, económica y energética se ha generalizado entre la población.

    Da la impresión de que la gente vota a la desesperada, o a lo loco si lo prefieren. Pero los votantes no son tontos. No caigamos en el error de malinterpretarlos. Ya sea por convicción o por rebeldía, incluso por frustración, lo cierto es que el sentido de sus votos debe ser analizado de manera desapasionada.

    Independientemente de que la fluctuación ideológica y los cambios de Gobierno constituyen dos rasgos distintivos de la política italiana, lo cierto es que el mensaje de Meloni ha calado en la República, como ya ocurrió con los líderes actuales de Hungría y Polonia.

    Incluso el hecho de que se produzca un gran auge de las derechas en regiones tradicionalmente escoradas a la izquierda es síntoma de esa desafección que sienten nuestros hermanos italianos hacia los partidos de izquierdas que han gobernado el país de la bota.

    Y es que regiones rojas como la Toscana o Emilia-Romaña, en estas elecciones parecen inclinarse hacia un ideario conservador y nacionalista; y no le hacen ascos ni a la priorización de la seguridad sobre la libertad, ni a un concepto clásico de familia natural que arrincona otras fórmulas de unión igual de legítimas y naturales.

    Ni la “renta de la ciudadanía” o subsidio mensual del Movimiento 5 Estrellas ha sido suficiente. Tampoco ha ayudado la ley laboral de 2014 aprobada por el Partido Democrático de Enrico Letta que favorece el despido libre. Y hasta el sindicato de izquierdas Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL) ha dado libertad de voto a sus afiliados.

    Es por ello que Giorgia Meloni está tan cerca de lograr la presidencia del Consejo de Ministros desde una formación, Hermanos de Italia, que ha sabido unirse en coalición a la derecha clásica que abandera Silvio Berlusconi en Fuerza Italia, a la ultraderecha de la Liga Norte que lidera Matteo Salvini, y a una amalgama de fuerzas moderadas.

    La subida del coste de la vida, el recelo frente a los grupos financieros, el impacto de la inmigración, los problemas energéticos, la precariedad en el empleo, y la posibilidad de adelantar la jubilación, han influido. Y la división en el ámbito de las izquierdas, y una ley electoral que beneficia a las coaliciones, también.

    25 sep 2022 / 00:01
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