Lecciones del covid

HAY un debate en España, un país de 47 millones de habitantes, sobre el número de fallecidos por covid desde que se registró el primer caso (31/1/20). Para el Ministerio de Sanidad han muerto 33.000 personas. El Instituto Nacional de Estadística, analizando las cifras de los registros civiles, calcula que desde el mes de marzo podrían haber fallecido unas 53.500 personas.

No voy a entrar en discusiones sobre estos datos porque, sea una cifra u otra, la pandemia ha sido responsable de una tragedia que ha golpeado con especial virulencia a las personas mayores. Prefiero levantar la vista y preguntarme por qué en Japón, un país de 126 millones de habitantes, muy próximo a China, han fallecido por covid 1.661 personas.

Es importante conocer la estrategia y las medidas que han puesto en marcha para que la incidencia del virus haya sido tan baja. Hay un conjunto de aspectos culturales que les han ayudado: sus saludos, la distancia social, el uso generalizado de la mascarilla, una higiene muy exigente, etc. Pero es también sorprendente que su filosofía haya sido aceptar la dificultad de eliminar el virus y aprender a convivir con él.

De este modo, más que imponer confinamientos, cuya legislación no permite, se esforzaron en impedir su trasmisión. Para ello, establecieron los principales medios de contagio: tos, estornudos, contacto físico, gritar o respirar las partículas microscópicas que quedan flotando en el aire.

Y, a continuación, aprobaron las medidas que los ciudadanos debían cumplir disciplinadamente: mayor distancia social entre las personas, eliminar el contacto físico, ventilar los espacios, prohibir actos masivos, evitar lugares cerrados, prohibir gritar en bares, restaurantes o estadios, higiene de manos o el control de entrada en puertos y aeropuertos. Los resultados hablan por sí mismos y deberían hacernos reflexionar.