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Lenguaje de Yolanda Díaz

    DE la propuesta política de la vicepresidenta segunda, y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, lo primero que sorprende, más allá de los planteamientos ideológicos del nuevo movimiento político que quiere poner en marcha, es su lenguaje, en el que utiliza términos que pocas veces aparecen en el debate público porque tienen más que ver con los sentimientos y la lírica que con la crudeza del enfrentamiento político cotidiano.

    Causa ternura, escuchar a Díaz hablar de que lo que busca es que seamos “más felices”, sin especificar si creará para ello un Viceministerio de la Suprema Felicidad Social del Pueblo, como hizo Nicolás Maduro, para dar más protagonismo a una ciudadanía que está “confusa, entristecida”, y para paliar esos males cree que hacen falta “medidas felices” que se pueden lograr “con paciencia y cariño”. Yolanda Díaz acompaña sus palabras de una sonrisa. Quizá no llegue muy lejos, pero al menos con su lenguaje nos acerca a los mundos de Yupi.

    EJEMPLO FRANCO-ALEMÁN. Francia y Alemania son los dos países punteros de la Unión Europa y sus decisiones han servido de faro para muchos otros que han terminado adoptando las medidas de las que han sido precursores tanto en aspectos económicos como sociales. La primera ministra francesa, Elisabeth Borne, ha anunciado que el Gobierno está dispuesto a completar la nacionalización de la compañía eléctrica EDP, de la que ya posee más del 80%. En España pedir una eléctrica pública es considerado un anatema y eso que la privatizada Endesa fue comprada por la pública italiana ENI.

    Y Alemania ha decidido emprender la regularización de unos 100.000 inmigrantes a los que concederá el permiso de residencia si acreditan que llevan cinco años en el país y no han delinquido en ese tiempo. De una forma y otra, ambos países intentan beneficiar a sus ciudadanos. Los centristas franceses son menos liberales de lo que parecen y los socialdemócratas alemanes reconocen una situación de hecho.

    DILEMA. Aunque el dilema sobre qué fue primero, el huevo o la gallina, parece resuelto a favor del huevo, la pregunta sirve para enfocar muchas polémicas en las que se trata de decidir qué va antes y qué va después. O qué interesa que sea antes y qué después. Así los dirigentes socialistas andan discutiendo que les conviene a sus intereses, si las elecciones municipales y autonómicas o las elecciones generales, que tendrían que ser anticipadas.

    Para alcaldes y barones autonómicos el huevo tiene que ser las elecciones generales para que así el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reciba las patadas en su propio trasero y no comprometa sus posibilidades de ganar en sus feudos por el mérito de su gestión. Por ahora, Sánchez prefiere que las elecciones autonómicas y locales vayan primero para así conservar su poder territorial, si no hay cataclismo, y que el recuerdo del voto de esas votaciones se mantenga para las generales y dar un vuelvo a la sensación de cambio de ciclo.

    12 jul 2022 / 01:00
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