Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

¿Libertad?

    ESCRIBO la palabra libertad entre interrogantes porque, aunque no lo parezca, es esquiva. Todos la llevamos frecuentemente a los labios y, sin embargo, es más que posible que tengamos serias discusiones antes de ponernos de acuerdo en qué significa. Qué es lo que cada quien dice cuando la pronuncia.

    Y he aquí como parece que el principio más sobresaliente de nuestra vida puede hacerse escurridizo, eludiendo lo que quizá más podríamos pedirle: la tranquilidad que se deriva de sentir que somos felices siendo como somos.

    Ayer mismo, una de las televisiones emitía declaraciones de una joven madrileña quejándose de que las normas adoptadas para defensa contra la covid eran un ataque a la libertad. Y para rematarlo, tomando lección de una de sus significadas representantes institucionales, proclamaba que “tenemos derecho a hacer lo que nos dé la gana”, en expresión sobradamente acuñada.

    Pues, bien: no. La libertad de esa moza y la mía, sólo por citar dos para el ejemplo, son igual de indiscutibles, para hablar como ella, o de relativas, para decirlo como yo lo diría. Porque ninguna de las dos es absoluta, ni debe ni puede serlo.

    Ni ella ni yo podemos hacer lo que nos dé la gana, sin tener en cuenta el límite de que ni yo puedo molestarla a ella ni ella puede molestarme a mí. De manera inevitable, ella y yo vivimos en sociedad y ahí es donde se la juega el equilibrio entre las libertades individuales, para que la tal sociedad pueda ser calificada como libre.

    Ahí es donde está el quid de la cuestión: la libertad tiene todo su significado si es colectiva, y ninguno si queda reservada en el ámbito exclusivo y excluyente de la individualidad. Tu libertad, amiga, y la mía, importan poco si no es conviviendo, aunque ello implique algunas limitaciones reciprocas.

    Porque la libertad individual no es más que trampantojo sin el amparo de la colectiva. Fuera de una sociedad libre no hay hombres libres. Puede haberlos más afortunados, más poderosos, más ... yo que se, pero no libres.

    Porque el hombre libre es el que puede mostrar a los demás, entre ellos, sus preferencias y también sus diferencias. Y eso sólo podrá hacerlo si los demás están dispuestos a aceptar como lícitas esas diferencias, por merecidas, sin juegos tramposos de apropiación y poder. Y esta es, precisamente, la sociedad libre: la que legitima los merecimientos de cada cual en el ámbito de la convivencia. Eso es lo que hay, y fuera el espacio oscuro.

    Ni tú ni yo, pues, podemos hacer lo que nos dé la gana, sin guardar respeto a los derechos del otro. Es el precio de vivir en sociedad. En una sociedad libre, claro.

    06 ene 2022 / 01:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito