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Los cuernos del toro

    OIGAN, que nos estamos metiendo en un follón de mil pares. Que lo de la luz ya está pasando de castaño oscuro. Que si los precios de la energía siguen evolucionando como lo vienen haciendo hasta ahora, cuando llegue la cuesta de enero, el manido IPC habrá aumentado, con respecto a hoy, no menos de un cuatro por ciento. Y que eso bastaría para echar por tierra todo asomo de recuperación económica que hasta ahora podamos haber visto.

    Ya sólo una cosa bastaría para que nos fuésemos preocupando: acaba de acordarse, definitivamente, aunque sin su verificación legislativa definitiva, pero tanto da, porque se ha proclamado a los cuatro vientos la aquiescencia de todos, que la cuantía de las pensiones se actualizará, cada año, según se haya elevado el coste de la vida, o sea, ese tal IPC.

    Y eso quiere decir que las tales pensiones, incluida la mía, por cierto, a la que me acojo desde este mismo mes, deben experimentar un alza equivalente a ese cuatro por ciento que les digo. ¡Un horror! Porque, por encima del ansia personal de cada uno, debemos fijarnos en la cantidad de dinero que esa actualización supone, toda junta, para el Estado. Tal como vamos contando los gastos, se elevaría a varios miles de millones de euros. Más de tres o cuatro.

    Pues bien: a pesar de los síntomas de recuperación económica que ciertamente se van percibiendo, nuestra economía está lejos, bastante lejos, muy lejos, de una posición que le permita respirar con sosiego. Sobre todo teniendo en cuenta los enormes gastos en que hemos tenido que incurrir por culpa de la maldita pandemia, llevándonos hasta niveles de endeudamiento extraordinariamente altos y desconocidos hasta ahora.

    El Estado español, pues, está en unas condiciones financieras muy graves, que quizá puedan llegar a amenazar de inviabilidad algunas de sus nuevas aspiraciones o necesidades de gasto, como podría serlo esta de revalorizar las pensiones de acuerdo con como lo haga el IPC.

    Pero, a ver quien les dice ahora a los pensionistas que sus pensiones no se pueden elevar un cuatro por ciento el próximo día uno de enero. Que, ya que la ley que lo contempla aún no está definitivamente aprobada, quizá fuese mejor esperar al mismo día pero de un año más adelante, o dos. Y que el propio sistema de las pensiones se podría ver amenazado en su estabilidad, caso de incurrir en una insuficiencia financiera tan notable. ¿Se lo imaginan? Porque aquí eso de coger el toro por los cuernos parece que va con todos menos con uno mismo.

    Yo, por si acaso, ya voy comprado tisanas y pañuelos, para la calma y el llanto.

    02 sep 2021 / 00:31
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