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Mª José Moreno y Juan Jesús Rodríguez, feliz reencuentro, en el Teatro Rosalía Castro

    Un feliz reencuentro en que protagonizaron la soprano Mª José Moreno y el barítono Juan Jesús Rodríguez, en el Teatro Rosalía Castro, acompañados por la “Orquesta Gaos” de Fernando Briones, como parte de la Programación Lírica de Amigos de la Ópera, de A Coruña, como clausura de la Programación Lírica de Amigos de las Ópera, en dedicatoria a Adela Estévez, querida y apreciaba, para quien Carmen Subrido y Hugo Álvarez, guardaron unas notas de profundo e íntimo sentimiento compartido por años de convivencia. La soprano volvía a los orígenes de su estreno en la ciudad en el rol de “Olimpia”, de “Les Contes d´ Hoffmann”, de Offenbach, con Uwe Mund y que tendría continuidad con “Lucia di Lamermoor”, allá por 2013. Para ella, prestigioso “Premio Viñes” de 1996/7, supondría su graduación para esos roles que se ajustan a sus preferencias, que no serán difíciles de imaginar, desde belcantismos bellinianos o donizettianos, a la zarzuela en el despliegue de sus gracejos y picardías. No dejamos sin mencionar y dentro del añorado “Festival Mozart”. “El barbero de Sevilla”, con el maestro Alberto Zedda o “El turco en Italia”, rindiendo entonces a un público entregado. Siempre ocupó un lugar de preferencia, auspiciado a mayores por otras galas líricas.

    Mª José Moreno, en una entrevista a un medio especializado, comentaría sobre sí misma que resultaba fácil de ubicar en repertorios concretos, y los más convenientes, ya que se veía como una lírico ligera y el repertorio pues, para esa voz, estaba bien definido. La cuestión estaba en no salirse de ahí, Gozaba entonces de la fortuna de contar con un maestro como Ramón Regidor, que conocía a fondo el repertorio. Cada vez que le ofrecían un papel, lo primero que hacía, antes incluso de analizar la partitura, era pedir consejo a su maestro. Verá de inmediato la obra para entenderse con ella, pendiente de las posibilidades reales, Dentro del repertorio para lírico-ligera, se encontraba especialmente cómoda en el belcantismo. Una de las referencias de entonces, la aproximaban a Mariella Devia, cuyo repertorio resultaba similar, sin olvidarse de Gruberova aunque fuese muy diferente. Pensaba con insistencia que no le iban los roles cómicos, prefiriendo “”Gilda” y ese estilo de heroínas, que tienen que llorar en escena. “Adina” de “L´elisir d´amore”, de Donizetti, supuso un cambio de perspectiva en sus actitudes artísticas, en un momento en el que confluía también con “Doña Francisquita” y en esos personajes que parecían no ajustar a su medida, acabaron por encontrar su idoneidad, resultando algo muy divertido.

    El barítono Carlos Álvarez, mejor cantante en los “Premios Líricos Españoles”, por el “Don Carlo” 2019/20, de la “Programación Lírica” de A Coruña, sucedía en el galardón a Mariella Devia, por “Lucrezia di Lamermoor”. Galardón por su rol de “Rodrigo”, en un reparto compartido con Angela Meade, Ferrucio Furlanetto, Elena Zhidkova o Francesco Galasso-compañero este curso, en la gala con Saoia Hernández-, bajo la dirección de Kamal Khan y que dio oportunidades a los gallegos María Loureiro y Enrique Alberto Martínez. Méritos también en la serie de premios para Xabier Anduaga, en calidad de mejor cantante joven. Álvarez pudo sobreponerse a una displasia en las cuerdas vocales, que amenazaba con arruinar una carrera en la cumbre. Años de operaciones y malos presagios, pero volvemos a tenerle en óptimas condiciones. Un malo en escena por roles imaginables, desde un “Don Giovanni” a un “Rigoletto” o un “Scarpia”, pero en una pirueta asombrosa, nos sorprendió recientemente en el travestido papel de “Mamma Agata”, de la ópera buffa “Las conveniencias e inconveniencias teatrales”, de un Donizetti, que parece gozar de excelente salud.

    Se esperaba al barítono Carlos Álvarez, quien por una indisposición repentina, hubo de renunciar a la cita. Recientemente había protagonizado el donizettiano “Las conveniencias e inconveniencias teatrales”, compartido a medias con Luis Cansino, en el Teatro Real, en coproducción con los de Ginebra y Lyon. Compañeros para esa puesta escénica de Laurent Pelly, fueron cantantes con los que guardamos una correspondida afinidad, Sabina Puértolas, Borja Quiza o Gabriel Bermúdez, completando Nino Machaidze, Sylvia Schwartz y Francesca Sassu. El barítono Juan Jesús Rodríguez, un valor incontestable en las Programaciones Líricas del Festival, fue siempre un especialista en Verdi y su presentación oficial la realizó en 1994, con “Eygeni Onieguin” de Tchaikovski, un cantante que parece destinado a encontrarse en el momento oportuno de acontecimientos trascendentales: la reapertura del Teatre del Liceu, la del Teatro Real, con “Divinas palabras”, de Antón García Abril y la Gala de los 40 años de Alfredo Kraus. Con Verdi, y entre roles primordiales, cultivó óperas del belcantismo o del verismo.

    Es un reconocido amante de la zarzuela, y para muestra: “La tabernera del puerto”, “Marina”, “Luisa Fernanda”, “La Revolotosa”, “La del Soto del Parral” “El Caserío” o “La leyenda del beso”. Aquí pudimos escucharle en “Il trovatore”, “Falstaff”, “Un ballo in maschera” o “Il Pirata”. Un recuerdo por tres de esos títulos: “Un ballo in maschera”, con la “OSG”, en recuerdo de Ángeles Gulin, dirigido por Ramón Tebar, compartiendo con Gregory Kunde, Saoia Hernández o Marianne Cornetti. “Il pirata”, de Bellini, dirigido por Antonello Allemandi, con Saoia Hernández, Yosep Kang, Jeroboán Tejera, Carmen Subrido y Pablo Carballido. “In trovoatore”, con la directora Keri-Lynn Wilson, y Gregory Kunde, Angela Meade, Marianne Cornetti, Dmtri Ulyanov y Alba López Trillo.

    Un programa pues a la medida, desde los preludios del “Macbeth”, de Verdi o “El tambor de granaderos”, a los que se añadían “La Revoltosa”, de Ruperto Chapí, “Rigoletto”, de Verdi, el del acto primero de “Carmen” o el intermedio de “La boda de Luis Alonso”. Tarde de reconocimientos y complacencias para ambos. La soprano en el repertorio francés muy en sus dominios por “Je Veux vivre”, del “Romeo et Juliette”, de Charles Gounod, o el aria de “Micaela”, de “Carmen”, género que desde joven supo hacer propio, el Verdi de “Rigoletto”, con “Tutte le feste al tempio”, o el dúo con el barítono “Si, vendetta...”, pero y porque la cita se ofrecía, despliegue de romanzas de zarzuela, siempre tan en su punto en las galas líricas con las que nos obsequió en ciclos desde hace largas temporadas. Perla donde las haya, y para relamerse a gusto, “En un país de fábula”, del maestro-cascarrabias Pablo Sorozábal y que los aficionados recuerdan en su incorporación al cine, en “Belle Époque”, momento mágico de la película de Fernando Trueba y del encuentro de “Amalia”, con sus hijas; “Me llama la primorosa”, de “El barbero de Sevilla”, de Gerónimo Giménez, para los incondicionales de la lírica zarzuelera, redondeado a medias la entrañable querencia entre “Maripepa” y “Felipe”, con “Porqué de mis ojos...porqué”, de “La Revoltosa”.

    El barítono, en un respetable reconocimiento a Carlos Álvarez, no quiso ser menos y así todo un “Don Carlo”, partiendo de “Son Io, mio Carlo...Per mi giunto”, y en la cuadratura de los propósitos de esa cuerda vocal que tan excelentemente le caracteriza, el resentido clamor despectivo expresado en “Cortiggiani!”, vil ralea a la que responde con amargo desprecio. Zarzuela pues, para relajarse, y para mayor confirmación, “Los cantos alegres de los zagales”, de “La del Soto del Parral”, de Reveriano Soutullo o en similar estado de ánimo, y con aire de autoestima, “Luche la fe por el triunfo”, de “Luisa Fernanda”, de Moreno Torroba, uno de los últimos de la vieja guardia del género.

    19 oct 2021 / 01:00
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