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Marca bolivariana

    LA serie de manifestaciones infundadas contra la postura del Rey Felipe VI en el episodio del paseo de una de las pretendidas espadas de Bolívar que, pese a que propiamente serían dos, la de Venezuela y la de Colombia, ha reverdecido no sólo la campaña contra el propio concepto de Hispanoamérica y su significado fomentado en no pocos casos por descendientes de españoles, como el pintoresco presidente de México López Labrador, y que ya vimos antes en Argentina, Venezuela o Perú, sin ir más lejos. Curioso fenómeno que no se advierte en la Francofonía o la Commonwealth, pero sí en lo que llamamos “La Hispanidad”. Como era de esperar, en las terminales y contratas de Podemos y compañía se ha aprovechado la teatral representación montada por el ex guerrillero del M-19, ahora presidente de Colombia, para arremeter contra el jefe del Estado que nos representa a todos en estos casos, y de paso condenar nuestro pasado colonial y unirse a los que piden que pidamos perdones varios. No sé si incluyen en ese acto de contrición pedirlo por las universidades que desde el siglo XVI sembró España en aquellos territorios, en tanto ni Portugal, no Francia ni Inglaterra hicieron ninguna.

    Y ha emergido de nuevo como bandera, desde los discursos de los de allá, y las protestas de los de acá ese concepto hoy reinante, inventado por un renegado colombiano que le vino bien a Napoleón III para ver de situar en México a un emperador prefabricado. En 1861 comenzó a hablar de “América Latina” y Napoleón III en 1863 al dar sus instrucciones al general Forey para la expedición militar a México, afirmará: “Es dable devolver a la raza latina su prestigio allende el océano”. Lo que pretendía Napoleón III era hacer jugar a Francia una función decisiva en América hispánica, sobre la base de su ulterior extensión “como país latino”. El propio Giscard, el amigo de dictadores africanos, se felicitaría en una visita a México de que fuera un país “de habla latina”. Pero ni habitantes del Canadá francés (Québec), ni los italo-norteamericanos, ni los haitianos se llaman a sí mismos latinoamericanos, lo que reserva ese término como recurso político para los territorios donde se habla español o portugués, lo que muestra a las claras la imposición ideológica del término que encanta a Podemos y a sus extensiones.

    12 ago 2022 / 01:00
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